¿Qué es una PET-TAC?

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La PET (de las siglas en inglés de Positron Emission Tomography) o Tomografía por Emisión de Positrones, es una exploración no invasiva de diagnóstico por imagen e investigación “in vivo” que es capaz de medir la actividad metabólica del cuerpo humano y que se realiza en un servicio de Medicina Nuclear. Al igual que el resto de técnicas diagnósticas en Medicina Nuclear, la PET se basa en detectar y analizar la distribución en tres dimensiones que adopta en el interior del cuerpo un radiofármaco de vida media ultracorta administrado a través de una inyección intravenosa. Según qué se desee estudiar, se usan unos u otros radiofármacos. En realidad lo que se realiza en la actualidad es un híbrido entre dos técnicas de imagen, la TAC (Tomografía Axial Computarizada) y la PET. La TAC es una prueba radiológica ya conocida que se centra más en la morfología anatómica lo que permite valorar dónde se encuentra una lesión y saber el tamaño que alberga. La PET es una imagen más funcional o metabólica pero poco morfológica (tiene poca definición)

La imagen se obtiene por fusión de ambas técnicas, gracias a que los tomógrafos son capaces de detectar los fotones gamma (radiaciones naturales producidas por el radiotrazador) emitidos por el paciente, es decir, que detectan la distribución anatómica de ese radiotrazador y obtienen una imagen de cuerpo entero. Existen varios radiofármacos emisores de positrones de utilidad médica. El más importante de ellos es el radiotrazador llamado Fluorodesoxiglucosa (18FDG). Gracias a él tendremos la posibilidad de poder identificar, localizar y cuantificar, a través de un indicador conocido como SUV (Standardized Uptake Value) el consumo de glucosa en los diferentes tejidos. La utilización de este radiotrazador 18FDG en los procesos neoplásicos está basado en el hecho de que en el interior de las células tumorales se produce un metabolismo fundamentalmente anaerobio que incrementa la expresión de las moléculas transportadoras de glucosa. La 18FDG sí es captada por las células pero al no poder ser metabolizada, sufre un “atrapamiento metabólico” gracias al cual se obtienen las imágenes con las captaciones de esos tejidos.

Así, la PET nos permite estimar aquellos focos de crecimiento celular anormal en todo el organismo, en un solo estudio de cuerpo entero y por tanto nos permitirá conocer la extensión de la enfermedad oncológica. Sirve además para evaluar en estudios de control la respuesta al tratamiento, al comparar el comportamiento del metabolismo en las zonas de interés entre dos estudios.

Para el paciente la exploración no es molesta ni dolorosa. Se debe consultar en caso de mujeres lactantes o embarazadas. Se debe acudir en ayunas de 4-6 horas, evitando el ejercicio físico en el día previo a la exploración y sin retirar la medicación habitual. La hiperglucemia (exceso de glucosa en sangre) puede imposibilitar la obtención de imágenes adecuadas, obligando a repetir el estudio posteriormente. Tras la inyección del radiofármaco, el paciente permanecerá en una habitación en reposo. La exploración tiene una duración aproximada de 30-45 minutos.

Esta técnica de imagen es un buen arma para la detección precoz de tumores. Además, posibilita que se planifique el tratamiento más adecuado desde el principio, aumentando las posibilidades de éxito. Habitualmente se realiza hoy en día una PET-TAC, es decir que se fusionan las imágenes funcionales del PET con una TAC que se hace al mismo tiempo o se fusionan ambas imágenes.

Esta prueba diagnóstica está indicada en Oncología (no en todos los casos ni en todos los tumores). Sus objetivos fundamentales son:

● Hacer un diagnóstico inicial
● Observar la extensión inicial de la enfermedad
● Objetivar la respuesta a los tratamientos
● Afinar más en los campos de tratamiento de radioterapia
● Detectar sospechas de recaída de enfermedad

Es una prueba con una alta sensibilidad (es decir, la probabilidad de que una hipercaptación sea verdaderamente positiva), en torno al 95% y especificidad, en torno al 81% (es decir, la probabilidad de que una ausencia de captación en una lesión o tejido normal sea negativa). En tumores como el cáncer de pulmón, cáncer de cabeza y cuello y linfomas es ya una herramienta diagnóstica de primer orden que se ha introducido en casi la totalidad de los protocolos diagnóstico-terapéuticos actuales por su fiabilidad y concreción.


Autora: Virginia Ruiz

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