Calidad de vida dermatologica del paciente oncológico desde la oficina de farmacia

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Blanca Llácer Ochoa. Farmacéutica.
Profesora del Master de Dermofarmacia y Cosmética UMH, Vocal de Dermofarmacia y Formulación Magistral del COF Alicante.

Como farmacéutica si hay una cosa que cada día tengo más clara, y no sólo lo demuestran numerosos estudios, sino que la situación actual de pandemia lo ha puesto aún mas todavía en evidencia, es que los farmacéuticos comunitarios somos a día de hoy el profesional sanitario más accesible para la población en su día a día. Ejercemos un papel fundamental no solo en todo lo que se refiere a atender las necesidades de los pacientes en relación a los medicamentos que utilizan, garantizando una correcta prestación farmacéutica, sino que nuestro papel como piezas clave en la prevención de la salud y la mejora de la calidad de vida es cada día más evidente. La educación sanitaria de la población, el empoderamiento de nuestros pacientes en las diferentes patologías que sufren, nuestro mejor consejo farmacéutico, así como la escucha activa de todas sus dudas, angustias, inseguridades e inquietudes hacen que seamos el profesional sanitario al que acuden para una primera consulta sea del origen que sea, y esta no siempre es relacionada con la salud, pero si redunda en su bienestar, por lo que el lazo con su farmacéutico de confianza cada día es más fuerte.

Otro hecho que por desgracia no podemos negar es que las cifras del cáncer van en aumento día tras día. Parece que esta es una frase que llevo oyendo desde que tengo uso de razón, pero ha día de hoy puedo asegurar, como por desgracia la mayoría de vosotros, que no pasan más de dos días sin la triste noticia de que un ser querido, una persona allegada y más o menos conocida empieza la temida lucha en busca del esperado final feliz. Durante el 2019 se han diagnosticado 270.000 nuevos casos de cáncer en España, un 12% que en 2015. Este incremento se puede atribuir a numerosas razones como el diagnostico precoz, estilo de vida sedentario, consumo de alcohol y tabaco o malos hábitos alimentarios entre otros. Según la OMS, en 2035, 1 de cada 2 hombres y 1 de cada 3 mujeres padecerán cáncer.

Pero pese a que al numero de casos va en aumento, la buena noticia es que también aumenta el número de supervivientes. Durante los últimos 40 años se ha duplicado la supervivencia de estos pacientes gracias a los avances terapéuticos. A las terapias clásicas como la cirugía, quimioterapia, hormonoterapia o radioterapia, se han sumado las terapias dirigidas o la inmunoterapia, cosa que ha conseguido que los tratamientos sean mucho más específicos y eficaces aumentando la esperanza de vida de nuestros pacientes y haciendo que se pueda llegar a convertir en muchos casos en una enfermedad crónica.

Esta mejora en los tratamientos actuales también ha supuesto en muchos casos una disminución en los efectos secundarios en algunos órganos, pero no es el caso del órgano que es nuestra ‘’carta de presentación’’, con el que nos mostramos a los demás día a día, el órgano de mayor tamaño de nuestro cuerpo, el que ejerce una función barrera frente al exterior, protegiéndonos eficazmente todo nuestro interior, la piel. La toxicidad dermatológica de las nuevas terapias dirigidas va en concordancia con su eficacia en muchas ocasiones, aunque no debemos olvidar los efectos secundarios de la quimioterapia, la hormonoterapia o la radioterapia.

A día de hoy se estima que el 81% de los pacientes sometidos a tratamiento oncológico sufren alteraciones a nivel cutáneo mermando en mayor o menor medida su calidad de vida, no sólo con alteraciones físicas y a nivel psicológico, sino también haciendo que en numerosas ocasiones haya que disminuir la dosis del tratamiento pautado, espaciarla o incluso discontinuar el tratamiento hasta recuperar el estado fisiológico natural de la piel. Por lo que podemos afirmar que la calidad de vida de estos pacientes se traduce en numerosas ocasiones en calidad de vida dermatológica, siendo punto clave y fundamental, no sólo por su estado de ánimo y la funcionalidad de este órgano en su vida diaria, sino porque realmente puede llegar a suponer el abandono del tratamiento, con todo lo que ello conlleva física y psicológicamente.

Desde mi punto de vista el farmacéutico comunitario dada la cercanía, accesibilidad y confianza que le une al paciente, debe ser pieza clave y fundamental en el puzle del equipo multidisciplinar que acompaña al paciente oncológico durante el largo camino que supone su tratamiento. El apoyo, ayuda y seguimiento del farmacéutico comunitario, con sus conocimientos sobre fisiología y fisiopatología cutánea, formas galénicas y activos, va ayudar a ofrecer un consejo experto al paciente oncológico que mejorará su calidad de vida dermatológica, su estado emocional, y la adherencia y el éxito del tratamiento oncológico. Y para todo ello el farmacéutico esta obligado a formarse y conocer los diferentes tipos de tratamientos a los que el paciente puede estar sometido, así como los efectos secundarios característicos de cada uno de ellos para de esta forma mejorar sus conocimientos oncodermatológicos con el fin de dar el mejor consejo farmacéutico, conseguir empoderar al paciente y mejorar su calidad de vida.

Tratamientos oncológicos y efectos secundarios cutáneos.

Los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos en la piel pueden ser tan numerosos como intensos, pueden aparecer o no, y hacerlo de forma aislada o todos a la vez suponiendo realmente una carrera de obstáculos para nuestro paciente.

La propia cirugía puede ocasionar problemas de cicatrización, ocasionando enrojecimiento, prurito y malestar, pueden surgir complicaciones por sobreinfección, formación de queloides, cicatrices atróficas, hipertróficas o hiperpigmentación post lesional en la zona.

La radioterapia actúa directamente sobre la piel alterando desde el primer momento su renovación celular y dando lugar en muchas ocasiones a radiodermitis. Si aparece durante el tratamiento, o pocas semanas después, se trata de radiodermitis aguda y se suele dar en el 85-90% de los pacientes irradiados. Cursa, según el grado, con eritema, descamación, erosión e incluso ulceración y necrosis de la zona irradiada. La radiodermitis crónica es menos frecuente, pero puede aparecer meses incluso años después de haber terminado las sesiones de radioterapia, y cursa con un deterioro cutáneo importante de la zona, con atrofia, hipo o hiperpigmentación o telangiectasias entre otras complicaciones.

En cuanto a la quimioterapia clásica se dirige a células con gran capacidad de división como son las cancerosas, pero también algunas células sanas como son las de nuestra piel. Las principales alteraciones, además de la característica alopecia por afectación de las células del cuero cabelludo, son sequedad y deshidratación, que puede llegar a estados de xerosis severa, descamación e incluso grietas, con el malestar, dolor y complicaciones que de éstas se pueden derivar. También es frecuente la eritrodisestesia palmoplantar, conocida también como síndrome mano-pie, que se da en palmas de las manos y plantas de los pies y cursa con dolor, acorchamiento y alteraciones de la percepción táctil, acompañadas de eritema, edema, descamación e incluso ulceración, mermando la capacidad de realizar gran numero de tareas cotidianas. Las complicaciones ungueales también son frecuentes, y se caracterizan por alteraciones en el color y crecimiento de las uñas, así como onicólisis severas.

En el caso de las terapias dirigidas estas actúan sobre dianas moleculares que se encuentran sobre expresadas en las células cancerosas o bien sobre mecanismos relacionados con el sobrecrecimiento tumoral. Estas dianas, como son factores de crecimiento, moléculas de señalización o determinadas proteínas suelen encontrarse en proporción elevada en la piel por lo que la toxicidad cutánea en estos tratamientos es muy elevada, y lo es más todavía si estas terapias se combinan con quimioterapia tradicional o radioterapia, porque la sinergia no solo es a nivel efectividad sino también a nivel toxicidad cutánea. Además de xerosis con elevado discomfort, se suceden episodios de prurito, hiperpigmentaciones, alteraciones ungueales y de los dedos, como las mencionadas onicólisis, pero también paroniquias, granulomas piogénicos o pulpitis. Los episodios de eritrodisestesia palmoplantar también son frecuentes con zonas hiperqueratósicas y muy dolorosas en zonas de presión de las extremidades. Alteraciones más especificas de estas terapias son el exantema máculo-papuloso y el rash cutáneo o erupción acneiforme, que aparece desde los primeros ciclos y en zonas ricas en glándulas sebáceas como cara, cuero cabelludo, espalda y brazos, cursando con pápulas y pústulas inflamatorias en las que no se observan comedones ni componente bacteriano, pero que cursan con prurito, dolor y quemazón. Importante tener en cuenta que están totalmente contraindicados productos clásicos para acné como el peróxido de benzoilo que podría empeorar el cuadro. Es una alteración muy alarmante y por la que hay que interrumpir el tratamiento en numerosas ocasiones (32% de los pacientes) o disminuir la dosis (76% de los pacientes), pero en la que está demostrado que existe una correlación entre la intensidad de la erupción y la eficacia del tratamiento, lo cual supone un factor motivador que el farmacéutico comunitario debe conocer y saber trasladar al paciente, con el fin de ayudarle a superar este episodio.

En relación con la inmunoterapia, consigue estimular el propio sistema inmunitario del propio paciente para que sea él el que ataque al tumor, pero a pesar de ser un tratamiento bastante especifico da lugar a alteraciones cutáneas en un 70% de los pacientes.
Denominador común a todos los tratamientos son las reacciones de fotosensibilidad por lo que es otro punto a tener muy en cuenta dentro del tratamiento coadyuvante dermocosmético para nuestro paciente.

Consejo farmacéutico como mejora en la calidad de vida dermatológica.

Es fundamental es acompañamiento y ayuda con el mejor consejo dermofarmacéutico desde el momento que el paciente nos traslada la noticia. La prevención y unos buenos hábitos dermocosméticos antes de empezar cualquier tratamiento van a preparar y reforzar la barrera cutánea del paciente, consiguiendo así reducir la toxicidad de los mismos, evitando sus efectos secundarios a nivel cutáneo, y en el caso de que estos aparezcan los minimizarán o harán que la posibilidad de sufrir complicaciones disminuya.

El farmacéutico comunitario debe manejar y conocer productos dermatológicos que estén testados en cuanto a eficacia y tolerancia en pacientes oncológicos o en pieles sensibles y con tendencia a la irritación. Productos que contengan el menor numero posible de perfumes, alérgenos o alcohol, y que contengan en su formulación activos que demuestren con aval científico las propiedades y efectos que van a conseguir mejorar el estado de la piel de estos pacientes y por tanto su calidad de vida dermatológica.

Tanto la ausencia de higiene como una higiene excesiva y con productos agresivos puede alterar la función barrera y agravar más los efectos secundarios del tratamiento. Se pautarán para la higiene diaria productos ‘’syndet’’ sin jabones naturales, y con bases lavantes suaves, que respeten el pH eudérmico así como nuestra microbiota. Nos decantaremos por formulaciones con elevado contenido en aceites vegetales o oleogeles que estén enriquecidos con activos hidratantes, calmantes y regenerantes, como la glicerina, aceites ozonizados, niacinamida o pantenol, y que sean de fácil aclarado. Deben realizarse duchas cortas, con el agua templada, evitar accesorios como esponjas o guantes y secar por contacto a ligeros toques y nunca frotando. Para la higiene de la zona íntima se pautarán productos especialmente formulados con bases lavantes extra suaves, activos calmantes e hidratantes, que respeten el pH específico y por tanto la microbiota característica que previene de infecciones y alteraciones de la zona.

Posteriormente y con la piel ligeramente húmeda, como máximo 5 o 10 minutos después de la ducha, ya que con ello conseguimos mejorar mucho la absorción, aplicaremos lociones hidratantes y emolientes con la finalidad de aportar el agua perdida, recuperar la función barrera y disminuir la pérdida de agua transepidérmica, con ellos conseguiremos disminuir la xerosis y la sensación de tirantez, picor y prurito. Este proceso se debería repetir si es posible 3 veces al día en este tipo de pacientes, ya que una correcta función barrera cutánea va a hacer que todas las alteraciones cutáneas sucedan más difícilmente. Se buscarán formulaciones con activos hidratantes, emolientes, humectantes, relipidizantes y calmantes, como el ácido hialurónico, glicerina, manteca de karité, niacinamida, aceites vegetales ozonizados, centella asiática o pantenol. En cuanto a texturas se buscarán texturas más o menos untuosas específicas para cada zona, sin olvidar reforzar el cuidado de pies y manos, labios o zona íntima.

La fotoprotección es otro de los pilares básicos fundamentales del consejo farmacéutico en oncodermatología, ya que los tratamientos oncológicos producen una disminución de la DEM (dosis mínima eritematógena) frente a UVB y UVA, y la radioterapia altera directamente la función barrera por lo que la zona irradiada es sensible al sol hasta muchos años después de haber terminado el tratamiento. La fotoevitación, la protección física con prendas de ropa, sombreros y gafas debe ir complementada con fotoprotectores de amplio espectro, formulados en la medida de lo posible con filtros físicos y con factor de protección elevado frente a UVB (SPF) y UVA, deben ser fotoestables y de larga duración y contener en la medida de lo posible factores hidratantes y filtros biológicos, que refuercen la acción antioxidante, como la vitamina E, ya que los sistemas enzimáticos y reparadores de la piel del paciente están mermados. Importante aplicar incluso debajo de las prendas de ropa y todos los días del año.

No podemos olvidar si queremos realmente mejorar el estado emocional y por tanto la calidad de vida de nuestros pacientes el apoyo que podemos llegar a realizar con un correcto y completo asesoramiento estético. El conocer todas las opciones que existen cuando empiece la pérdida de cabello, desde cuando comenzará esa pérdida y si es aconsejable cortar el pelo con anterioridad para el que el impacto sea menor, hasta qué tipos de pelucas y pañuelos hay disponibles en el mercado y la forma correcta de utilizarlos.

Conseguir reestablecer la imagen que el paciente busca gracias a productos de cosmética decorativa adecuados da un valor añadido incalculable a nuestro consejo. Se pueden utilizar lacas de uñas sin disolventes, plastificantes o nitrocelulosa, respetuosas con la estructura ungueal para disimular imperfecciones o bandas hiperpigmentadas en las uñas, evitando en todo momento lacas semipermanentes o uñas de gel. En cuanto al maquillaje corrector se ha visto que su uso puede llegar a mejorar alguna de la sintomatología de sequedad, prurito y discomfort asociada a los efectos secundarios cutáneos, favorece a su vez la adherencia al tratamiento y mejora la autoestima. Se suelen utilizar bases correctoras para zonas localizadas, fondos de maquillaje y polvos fijadores. Todos ellos de elevada cobertura, pero no oclusivos, que sean resistentes, con cantidad mínima de conservantes, preferentemente sin perfume y testados en pieles sensibles. Podemos asesorar en cuanto a disimular la pérdida de pestañas y cejas, utilizando máscara de pestaña hipoalergénica o lápices de ojos para dar sensación de ‘población’ en la zona, o lápices de cejas, de los que se aconseja combinar diferentes colores para obtener un aspecto más natural. Y lo más importante de todo es el poder asesorar y enseñar a estos pacientes como utilizar estos productos con talleres personalizados presenciales o modalidad on-line, lo cual nos servirá para empatizar con ellos, ver como se sienten y resolver dudas que tengan en cualquier aspecto relacionado con su enfermedad, con el tratamiento o con los efectos secundarios de éste.

Como punto final, y no menos importante, el recordar que toda esta mejora de la calidad de vida que buscamos desde la oficina de farmacia para el paciente oncológico debemos ser conscientes y trasladarla a cuidadores y familiares, ya que ellos sufren igual o más que los propios pacientes en muchas ocasiones esta disminución en la calidad de vida del núcleo cercano y familiar, y por otra parte por que son el apoyo más cercano y constante que tienen nuestros pacientes, por lo que debemos velar también por su bienestar para llegar todos de la mejor forma posible al final del tratamiento y al éxito del mismo.

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