CUIDADO CUTÁNEO EN RADIOTERAPIA POR CÁNCER DE MAMA: PREVENCIÓN Y MANEJO DE LA RADIODERMITIS
La radioterapia es uno de los tratamientos fundamentales en el cáncer de mama. Si bien su eficacia en la destrucción de células tumorales está ampliamente demostrada, no está exenta de efectos secundarios, siendo la radiodermitis la reacción cutánea más frecuente. Esta inflamación de la piel puede variar desde un enrojecimiento leve hasta descamación húmeda y lesiones dolorosas, afectando la calidad de vida y la adherencia al tratamiento.
Como farmacéuticos comunitarios, tenemos un papel esencial: prevenir complicaciones, educar sobre cuidados seguros y saber cuándo derivar al oncólogo o al servicio de enfermería oncológica.
¿ QUÉ ES LA RADIODERMITIS?
La radiodermitis es una reacción inflamatoria de la piel producida por la radiación ionizante durante la radioterapia. Puede aparecer desde los primeros días, aunque lo más común es que aparezca entre la segunda y tercera semana de tratamiento y puede mantenerse semanas después de finalizado el mismo. Los síntomas varían según la gravedad y pueden incluir:
– Eritema (enrojecimiento) y sensación de calor en la zona irradiada.
Sequedad, descamación y picor.
En casos más graves, formación de pequeñas heridas o ulceración.
– Dolor localizado, sensación de tirantez y sensibilidad aumentada.
Según la clasificación RTOG (Radiation Therapy Oncology Group), la radiodermitis se divide en:
GRADO 0: Piel normal, sin cambios visibles.
GRADO 1: Eritema leve, epilación (pérdida de vello), descamación seca.
GRADO 2: Eritema moderado o intenso, descamación húmeda localizada (normalmente en pliegues cutáneos), edema moderado.
GRADO 3: Descamación húmeda confluente fuera de los pliegues cutáneos, edema marcado, dolor significativo.
GRADO 4: Necrosis cutánea, ulceración, hemorragia espontánea.
FACTORES DE RIESGO PARA DESARROLLAR RADIODERMITIS
Diversos factores incrementan la probabilidad de que una paciente desarrolle radiodermitis, y debemos tenerlos en cuenta de cara a la prevención de su aparición. Estos factores son:
– VOLUMEN MAMARIO Y ANATOMÍA: mamas grandes o presencia de pliegues aumentan el riesgo por mayor exposición de la piel.
– TÉCNICA Y DOSIS DE RADIOTERAPIA: IMRT y VMAT reducen toxicidad cutánea frente a técnicas convencionales.
– TRATAMIENTOS COMBINADOS: quimioterapia, hormonoterapia o terapias biológicas pueden sensibilizar la piel.
– COMORBILIDADES: padecer a su vez diabetes, malnutrición, tabaquismo.
– EDAD Y FOTOTIPO: piel más clara o sensible, y edad avanzada.
– USO DE PRODUCTOS IRRITANTES: en la zona irradiada.
PREVENCIÓN Y CUIDADO DE LA PIEL DESDE LA FARMACIA
Desde la oficina de farmacia podemos intervenir en varios frentes para prevenir y minimizar la radiodermitis, ofreciendo recomendaciones seguras y accesibles. Estas recomendaciones serían:
1. Higiene diaria
– Emplear limpiadores suaves sin jabón (syndet), sin perfumes ni alcohol.
– Duchas cortas con agua tibia, evitar baños calientes y frotar la piel.
– Secar la zona con toques suaves usando toalla de algodón.
2. Hidratación efectiva
– Aplicar emolientes hipoalergénicos dos veces al día (mañana y noche), evitando justo antes de la sesión de radioterapia.
– Ingredientes recomendados: aloe vera, ácido hialurónico, pantenol, avena coloidal, ceramidas.
– Evitar productos con alcohol, perfumes, aceites esenciales o urea en concentraciones altas.
3. Ropa y protección mecánica
– Preferir prendas de algodón, holgadas y transpirables.
– Evitar sujetadores con aro o costuras que rocen la zona irradiada.
– No aplicar parches adhesivos, desodorantes con alcohol ni cosméticos irritantes.
4. Protección solar
– La piel irradiada es especialmente sensible a la radiación ultravioleta.
– Evitar exposición directa al sol; usar ropa de algodón o protector mineral SPF 50+ si la exposición es inevitable.
5. Nutrición y estilo de vida
– Mantener buena hidratación oral.
– Dieta equilibrada rica en antioxidantes y proteínas.
– Evitar tabaco y alcohol que puedan afectar la recuperación cutánea.
6. Educación y acompañamiento
– Explicar al paciente cómo aplicar los productos correctamente.
– Señalar signos de alarma que requieren derivación.
– Acompañar emocionalmente, reforzando que la radiodermitis es frecuente y transitoria.
MANEJO SEGÚN GRAVEDAD EN LA OFICINA DE FARMACIA
Desde la farmacia comunitaria se puede actuar en casos leves, pero es crucial derivar cuando los síntomas superan cierto umbral:
GRADO I (leve): los síntomas son eritema, sequedad, picor. Desde la farmacia podemos indicar hidratación reforzada, cremas calmantes con aloe, caléndula o avena. No sería necesaria derivación médica.
GRADO II (moderada): los síntomas son descamación húmeda localizada, la piel puede haberse dañado lo suficiente como para perder la capa superficial y tener dolor leve-moderado. La piel ya no solo esta roja sino que puede abrirse en pequeñas áreas y de forma localizada. Desde la farmacia podemos recomendar hidratación, crema calmante y educar sobre cuidados. En estos casos si se debe comunicar a oncólogo o enfermería.
GRADO III-IV (grave): los síntomas son aparición de ulceraciones extensas, supuración, dolor intenso. Puede haber necrosis o sangrados. Desde la farmacia recomendaremos no cubrir con apósitos comunes y no aplicar productos no indicados. Es necesaria derivación inmediata a oncología o radioterapia.
SEÑALES DE ALARMA PARA DERIVAR
Las señales de alarma a las que debemos prestar especial atención son:
– Presencia de ampollas o descamación húmeda extensa.
– Supuración, mal olor o costras amarillentas.
– Dolor intenso o creciente.
– Fiebre o signos de infección.
Ante cualquiera de estos síntomas, la paciente debe acudir inmediatamente a su oncólogo o al servicio de enfermería oncológica.
UN RESUMEN PARA EL PACIENTE DE CONSEJOS PRÁCTICOS DESDE LA FARMACIA serían las siguientes recomendaciones:
1. Limpieza suave y sin frotar.
2. Hidratación diaria con emolientes adecuados.
3. Ropa cómoda, transpirable y sin costuras que rocen.
4. Evitar el sol y usar protector solar mineral SPF 50+.
5. Consultar inmediatamente si aparecen heridas, dolor intenso o signos de infección.
Un ejemplo de un caso práctico que es frecuente encontrar en oficina de farmacia sería el siguiente:
María, 52 años, inicia radioterapia tras cirugía conservadora por cáncer de mama. Tras la segunda semana nota enrojecimiento y tirantez en el pliegue inframamario. La farmacéutica le recomienda hidratación con emoliente hipoalergénico dos veces al día, ropa de algodón, evitar frotar la zona y proteger del sol. Tras seguir estos cuidados, sus síntomas permanecen leves y logra completar el tratamiento sin interrupciones.
ROL DEL FARMACÉUTICO COMUNITARIO
El rol del farmacéutico comunitarios es:
– Educar sobre cuidados seguros y productos adecuados.
– Detectar signos de complicación precoz.
– Orientar sobre derivación rápida al oncólogo o enfermería.
Brindar apoyo emocional, reforzando adherencia al tratamiento. El dolor, el escozor o la sensación de quemazón limitan las rutinas cotidianas: vestirse, dormir, trabajar o realizar ejercicio físico puede convertirse en un reto. Esta pérdida de autonomía genera frustración y, en ocasiones, sentimientos de aislamiento. Además, la persistencia de síntomas cutáneos puede incrementar la ansiedad. En este contexto, el farmacéutico comunitario tiene un papel clave: ofrecer información clara y herramientas de autocuidado ayuda a que la paciente recupere cierto control sobre su piel y, con ello, a mejorar tanto su bienestar físico como emocional.
Cristina Oliveira Rodríguez
@farmaciacruces
@farmaciancasa
Bibliografía
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