TODO PASA? TODO LLEGA …
Marta Gil Llácer
Son las 0:57 de la madrugada de un Martes, no puedo dormir.
Hay algo q ronda x mi cabeza, me levanto y comienzo a escribir un artículo para #JuntosXElCancer.
#JuntosXElCáncer es un maravilloso coworking humano. Donde pacientes, cuidadores y profesionales de las distintas ramas de salud, aportan y comparten experiencias oncológicas personales. Material divulgativo contrastado, conocimiento fiable y útil, con el fin de hacer llegar esperanza, luz y acompañamiento al cuidador y paciente oncológico. ¡Te invito a conocerlo!
Son muchos los temas sobre los que se me ha ocurrido escribir. El cáncer requiere hablar de tantas cosas, (psicológicas, sociales, familiares, tratamientos, reacciones adversas, cuidados, prevención, nutrición, ejercicio…).
He empezado y borrado todos y cada uno de ellos. Porque cuando cabeza y corazón no están de acuerdo no hay mucho de lo que hablar. Así que, dejándome llevar por este órgano incansable que bombea la vida, me decido a contar y escribir sobre lo que ocurrió hace ya muchos años y de lo que hasta ahora no había podido expresar ni media palabra, porque hubo un antes y un después de ello.
Parece que fue ayer la noche que llegué de la boda de uno mis mejores amigos y me topé con las palabras imponentes, dolorosas y temibles de cáncer, metástasis, oncólogo, quimioterapia. Hasta entonces, oídas en lejanía, no me impresionaban tanto
El tiempo se detuvo, como en las películas y no alcanzaba a creer de lo que me hablaban. Tuve que llamar a mi hermana para que me confirmara lo que mi padre me estaba contando.
Un millón de preguntas se agolpaban en mi cabeza: ¿Cómo era posible? ¿Cómo no nos dimos cuenta antes? ¿No se habrían equivocado en las pruebas? Y Ella ¿lo sabe, todo?
No era posible, no era posible…mi madre, que hasta hacía unos meses gozaba de una salud de hierro, que hasta hacía unos meses había hecho correr de lado a lado en la pista de tenis al contrincante más joven. Tenía metástasis en la cabeza y no era fácil determinar el tumor primario…
Entonces mi cabeza hizo un replay y empecé a recordar…quizás el dolor de espalda que tuvo en septiembre, quizás el cansancio de las tardes tan inusual en ella… ¿habían podido ser indicios de que algo no iba bien?.
Pero cuando todo esto le sucedió había tantas respuestas posibles a su estado que sólo se me ocurrió pensar que no era más que un sobresfuerzo muscular o una fatiga al final del día.
El encuentro con el Cáncer vino a ser fortuito. Un accidente de tráfico en un día de lluvia y la falta de recuperación del mismo hizo que fuéramos a parar a manos de un neurólogo, el que tras un examen visual y pruebas en consulta advirtió algo fuera de lo normal. Y pidió pruebas hospitalarias confirmando la existencia de un cáncer avanzado en ella y la consecuente derivación al oncólogo.
Desde ese día no hubo otra preocupación que el bienestar y la salud de ella.
Nada era ni más urgente ni inmediato que sus pruebas, sus sesiones, sus comidas, su acompañamiento, su descanso. Nuestro día a día cambió y todo se relativizó.
Mi padre dejó de venir a la farmacia para estar las 24 horas a su lado, y mi hermana y yo nos turnábamos para pasar tiempo juntas y acompañarles a las visitas con el oncólogo y sesiones de quimioterapia.
Desde primeras horas de la mañana y antes de marcharme a trabajar, recuerdo su rutina de aseo y belleza facial: limpieza, hidratación y maquillaje (con lo presumida que siempre había sido, no iba a ser menos ahora) Gracias a esos momentos, hoy cierro los ojos al pensar en ella y su rostro aparece frente a mí. Con una calma y sosiego con la que nunca la había visto antes. Lo sabía, claro que sabía lo que tenía y quizás también el desenlace y por eso fue una paciente ejemplar y no opuso resistencia a nada que le decían o le sugeríamos…
Fueron meses duros en los que compaginar trabajo, familia, amigos y espacio para uno mismo.
Meses de miedos, temores y súplicas. La única que repetía constantemente: «Por favor, que no sufra !!!!!!».
Meses de tensión, de poco descanso y bastantes lloros (lejos de su mirada, claro está) en los que siempre contamos con la ayuda de amigos, familiares y por supuesto profesionales de la salud, que informaban y atendían con un cariño extraordinario. Fueron verdaderos ángeles guardianes que nos acompañaron de principio a fin.
Y poco a poco, como predijo mi suegro, un gran profesional en oncología y en apenas tres meses, la vela se fue apagando, hasta que una noche, estando de guardia, la vela se apagó por completo. Otro frenazo en el tiempo. Tenía que pasar, nos lo habían dicho, pero no te haces o no quieres hacerte a la idea hasta que ocurre. Estamos más que acostumbrados a tener y ganar, que a perder.
El vacío que deja la pérdida de un ser querido no se llena jamás y siempre queda un hueco en el interior de uno mismo que de vez en cuando y cuando menos te lo esperas, te sacude y te hace recordar momentos en los que se te necesitó y ahí estuviste dando lo mejor de tí, del mejor modo que pudiste o supiste hacerlo, sin importar tu profesión, tus conocimientos, ni tus estudios. Con tus miedos, enfados, lloros, virtudes y fortalezas.
Todo pasa y todo llega, me decían, con la mejor de las intenciones, no cabe duda. La pena, sufrimiento y dolor de la pérdida de un ser querido con el paso del tiempo no pasa, sino que amaina diría yo, llega la tranquilidad de haber hecho todo cuanto estuvo en tus manos por esa persona y el recuerdo de los últimos días a su lado.
La vida sigue, con o sin las personas que son imprescindibles en tu vida, hay que saber llevarlo y sobretodo hay que apoyarse en las personas que están a tu alrededor en ese momento, dispuestos a cogerte de la mano, sostenerte, levantarte y acompañarte en el camino, sin reparos ni remilgos.
Hoy te sostienen a tí y quién sabe si el día de mañana tú seas el cayado de alguien que lo necesita.
El acompañamiento del paciente oncológico es importante y vital en el buen desarrollo de su tratamiento, pero el acompañamiento del cuidador es un deber humano de todos cuantos estamos alrededor.
No podemos descuidarlos y hemos de estar atentos a sus necesidades porque en silencio, es el sujeto «pasivo» que también sufre la enfermedad.
Eternamente agradecida a todos los «ángeles guardianes» que durante el transcurso de la enfermedad nos escucharon, apoyaron y cuidaron.
Y a esta maravillosa iniciativa #juntosxelcancer que brinda la oportunidad de hacer más visible la necesidad de crear un equipo multidisciplinar alrededor del paciente y cuidador oncológico para atender sus necesidades.
Marta Gil Llácer
Farmacéutica