Cáncer de piel y fotoprotección

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La piel es nuestro escudo protector frente al mundo exterior. Existen grandes enemigos externos como la contaminación, el tabaco, la mala alimentación, etc… pero uno de nuestros mayores enemigos es el Sol y las radiaciones que emite. Son numerosos los efectos adversos que puede presentar siendo uno de los más graves el tan conocido (por desgracia), cáncer de piel.

Cáncer de piel

Este tipo de cáncer suele afectar a la primera capa de la piel, la epidermis. Como bien sabemos, un cáncer está ocasionado por la diferenciación acelerada de unas células anormales (cancerígenas) que no tienen nada que ver con el normal funcionamiento de las células sanas.

En la estructura de la epidermis existen diferentes subcapas con diversidad de tipos de células. Cada una de ellas realiza una función determinada y se diferencia una respecto a la otra, según en la subcapa en la que se encuentren.

Como podemos apreciar en la imagen (Figura 1), las células más abundantes en esta capa son los queratinocitos y corneocitos. Con respecto a los queratinocitos, son células vivas con núcleo que nacen de la membrana basal (la que limita con la dermis) y van evolucionando hasta dar lugar a los corneocitos que serían células muertas al no presentar ningún núcleo en su estructura. En la membrana basal, mencionada anteriormente también podemos encontrarnos unas células dendríticas de una tonalidad marronada con un aspecto de pulpo conocido como melanocitos. Esto son los responsables de formar y transportar un pigmento conocido como melanina a los queratinocitos, por lo que podemos decir que son las responsables de la tonalidad de nuestra piel. Estas células mencionadas antes serán las afectadas y las que darán lugar a la formación de cáncer de piel no melanoma o melanoma.

Tipos de cáncer de piel

Cáncer de piel no melanoma: cabe destacar dos tipos.

Carcinoma basocelular: tumor cutáneo maligno causado por células similares a las presentes en la membrana basal. No produce metástasis, si ocurre sería algo excepcional.

Carcinoma escamoso o espinocelular: otro tipo de tumoración cutánea causadas por una diferenciación anómala de los queratinocitos. Este tipo de patología si pueden tener cierto riesgo de expansión.

Melanoma: es un tipo de tumoración causado por un crecimiento descontrolado a nivel de los melanocitos presentes en la epidermis. Tiene una alta capacidad de producir metástasis.

Todo este tipo de tumores cutáneos tienen una cosa en común, su etiopatogenia. La causa originaria de estas alteraciones celulares se debe a unas exposiciones solares inadecuadas, principalmente en aquellos meses cuando hay mayor radiación solar.

Radiación solar

Como ya sabemos el Sol emite ciertas radiaciones electromagnéticas que tienen la capacidad de llegar a la Tierra. Dentro de este tipo de radiaciones podemos encontrar la radiación solar. El espectro de dicha radiación es amplio aunque las más relevantes y que afectan en verdad a superficie corporal son la radiación ultravioleta A y B (también está la C pero es bloqueada por la capa de ozono), luz visible e infrarroja.

Radiación ultravioleta

Radiación UV-B: es aquella con una longitud de onda que oscila entre 290nm-320nm. Este tipo de radiación es la responsable de causar el bronceado (algo característico en verano), aunque este tipo de pigmentación es el efecto producido como mecanismo de defensa por parte de nuestra piel para defenderse de esta, una activación acelerada de melanocitos para producir la melanina. Todo esto se debe al hecho de que solamente es capaz de llegar a la epidermis. Además de este tipo de alteración, es la responsable de la quemadura o eritema solar, generando un desorden de la barrera cutánea y activando procesos de inflamación y alterar a nuestro sistema inmunológico. Según muchos estudios, las quemaduras solares producidas en la niñez pueden repercutir en la edad adulta con la aparición de cáncer de piel.

Radiación UV-A: presenta una longitud de onda entre 320-400nm. Ya se conocía mucho sobre ella hace unos años pero recientemente se han centrado numerosos estudios para ver sus efectos en nuestra piel. Se ha podido verificar que este tipo de radiación no produce ninguna alteración cutánea a corto plazo en la piel. Y esto, ¿por qué? Se ha comprobado que la radiación UV-A tiene la capacidad de penetrar hasta la dermis activando una serie de mecanismos como el estrés oxidativo y daños a nivel celular, especialmente en el ADN. Esto generará la posible formación de mutaciones que desembocarán en tumores malignos, es decir, a largo plazo. Podemos decir que su efecto es acumulativo.

Ambas radiaciones producen ciertas alteraciones cutáneas como sequedad, formación de arrugas, pérdida de flacidez al degradarse el colágeno y elastina, y la formación de melasma o hiperpigmentación.

Luz visible: longitud de onda entre 400-700nm. Este tipo de radiación hasta hace poco no se sabía exactamente su efecto en la piel pero tras varios estudios se ha podido determinar que supone ciertas alteraciones en ella. Suele causar pigmentación, fotoenvejecimiento, entre muchos otros. De esta luz cabe destacar la luz visible azul, que procede de forma natural como artificial (de la mano de dispositivos electrónicos como ordenadores, móviles, televisores; luces de tipo LEDs, …).

Infrarroja: su radiación se encuentra por encima de una longitud de onda de 700nm. Tiene la capacidad de atravesar todas las capas de la piel, llegando incluso a la hipodermis. Provocan alteraciones cutáneas como el fotoenvejecimiento, eritemas y sensación de calor.

¿Cómo podemos prevenir que todos estos tipos de radiaciones para que no lleguen con tanta facilidad a las diferentes capas de la piel y provocar todas estas alteraciones, incluidas el cáncer de piel? Aquí juega un papel relevante la información por parte del personal sanitario y, en mi caso, del farmacéutico que desde las oficinas de farmacia podemos hacer especial hincapié en la FOTOPROTECCIÓN. Esta protección será nuestro mejor aliado para hacer frente a los daños que estas radiaciones puedan causar.

Fotoprotección

Vamos a llevar a cabo una serie de recomendaciones publicadas por la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) para una correcta fotoprotección.

-Evitar exposiciones al sol prolongadas ya que puede suponer riesgos importantes.
-No tomes el sol en las horas principales de mayor radiación, entre las 12-16 horas.
-Los pequeños, sobre todo los menos de 3 años, no exponerlos directamente al sol. Protegerlos con gorra, protección solar, gafas, estar debajo de sombrillas y con ropa.
-Utilizar protectores solares que protejan tanto de UVB como UVA pero también de la Luz visible e Infrarroja. La radiación solar incide los 365 días del año.
-Usar siempre protectores con un alto SPF (50+) tanto en rostro como en superficies extensas del cuerpo (en estas zonas sobre todo en verano ya que están más expuestas).
-Aplicar 2 mg/cm2 que se equivale a dos dedos en el rostro, 4 en espalda y torso, 2 en brazos y piernas. Reaplicar cada 2 horas o tras cada baño.
-Extremar la precaución en zonas delicadas y que sean sensibles como cuello, orejas.
-Usa protección estés al aire libre, montaña, nieve o en la playa/piscina.
-Podemos ayudar al protector solar usando prendas como camisetas, gafas de sol, sombreros o gorros e incluso, sombrillas.
-Vigila tu piel. Si tienes léntigos o nevus siempre hay que estar pendiente ante cualquier cambio en su forma, tamaño o color. También prestar atención en la aparición de posibles manchas o melasmas.

GEMA CASTILLA CANSECO / JORGE MATA LLEDÓ

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