Introducción: la pérdida de masa muscular, el enemigo silencioso
Durante el tratamiento oncológico, la malnutrición es una complicación frecuente, infravalorada y clínicamente relevante. Se estima que entre un 40 y un 80 % de los pacientes oncológicos presentan algún grado de desnutrición o pérdida de masa magra a lo largo del tratamiento, dependiendo del tipo de tumor, la localización y la intensidad de la terapia.
Esta pérdida de peso no es sinónimo de “éxito terapéutico” ni de control del tumor: muy al contrario, está asociada a peor tolerancia a los tratamientos, mayor toxicidad, más ingresos, peor calidad de vida y menor supervivencia global. Y sin embargo, sigue siendo común ver cómo los equipos sanitarios desatienden el soporte nutricional o lo relegan a una recomendación secundaria.
Fisiopatología de la caquexia tumoral y malnutrición asociada
La malnutrición en el paciente oncológico tiene un origen multifactorial:
– Disminución del aporte calórico-proteico: por anorexia, mucositis, disgeusia, náuseas, vómitos o efectos adversos gastrointestinales de la quimioterapia o radioterapia.
– Alteración metabólica sistémica: el cáncer induce un estado hipercatabólico, con resistencia anabólica, inflamación crónica, y pérdida acelerada de masa muscular, incluso con una ingesta aparentemente adecuada.
– Síndrome de caquexia tumoral: involucra citoquinas proinflamatorias (IL-6, TNF-α, IFN-γ), pérdida de masa magra y grasa, y no se revierte completamente solo con nutrición.
Nutrientes clave durante el tratamiento
1. Proteínas de alto valor biológico
Recomendación: 1,2–1,5 g/kg/día, hasta 2 g/kg si hay sarcopenia. Suplementación oral proteica con hidrolizados o productos tipo clear whey.
2. Grasas saludables: omega-3
EPA ≥ 1,5 g/día. Modulación de la inflamación, mejora de composición corporal. Uso de fórmulas combinadas con proteínas y antioxidantes.
3. Hidratos de carbono complejos
Individualizar. Priorizar fuentes bien toleradas: arroz blanco, patata, batata, avena instantánea, pan tostado.
4. Micronutrientes clave
– Vitamina D (≥30 ng/ml), vitaminas B, zinc, magnesio, glutatión. Suplementar con criterio y revisión de interacciones.
Soporte nutricional en efectos adversos comunes
– Mucositis: SOP fríos, suaves, evitar ácidos.
– Náuseas: tomas fraccionadas, jengibre, menta, control farmacológico.
– Diarrea: dieta astringente, rehidratación, evitar lácteos no fermentados.
– Disgeusia: cubiertos de plástico, condimentos suaves, frío moderado.
El papel del farmacéutico en el soporte nutricional oncológico
La farmacia tiene un rol clave en:
– Detectar precozmente signos de malnutrición.
– Seleccionar suplementos compatibles con el tratamiento.
– Educar frente a bulos nutricionales.
– Coordinar con el equipo clínico.
– Reforzar la adherencia a SOP y fármacos asociados.
Conclusión: la nutrición no cura, pero sostiene
En oncología, la nutrición no es un tratamiento curativo, pero sí un soporte imprescindible. Puede marcar la diferencia entre continuar o suspender un ciclo, entre ingresar o mantenerse ambulatorio, entre rendirse o seguir luchando. Desde el mostrador o la consulta, los profesionales sanitarios podemos aportar ciencia, criterio y acompañamiento. Porque nutrir es también una forma de cuidar.