Los últimos meses de nuestra vida han sido toda una lección de supervivencia. Es como cuando de niños jugábamos en la orilla desprevenidos y una ola que no esperábamos nos revolcaba, haciéndonos pasar un buen susto. Metáforas aparte, la irrupción del coronavirus en forma de pandemia planetaria va a suponer un antes y un después, y aunque cuando todo pase seguro que volvemos al antes sin sacar las conclusiones necesarias, una de las lecciones que nos tienen que quedar grabadas a fuego en nuestra mente es la importancia de la salud.
Y es que, aunque lo parezca, no todo es coronavirus. La gente sigue enfermando, sufriendo infartos e ictus, debutando con diabetes, esperando con paciencia a unas listas de espera cada vez más dilatadas para entrar a quirófano…y por desgracia, hay una serie de síntomas que están tardando en ser valorados/estudiados y que cuando se hacen siguen con el doloroso diagnóstico de CÁNCER.
Con este artículo no pretendo que cada uno juegue a ser médico, sino observadores de lo que pasa en nuestro cuerpo. Y es que, en ocasiones, el organismo va mandando pequeños avisos en forma de molestias o dolencias que al principio pueden resultar insignificantes pero que, si se prolongan en el tiempo o se relacionan con otras, pueden servirnos como una información valiosísima para llegar a un diagnóstico precoz. Esta serie de síntomas se conocen en el argot médico como SÍNDROME PARANEOPLÁSICO y se define como todo signo o síntoma que presenta una persona con cáncer aún cuando no se sabe su diagnóstico y que se produce por un desajuste en el organismo que altera el correcto funcionamiento de hormonas y proteínas o que puede deberse también a ciertas sustancias que libera el tumor o anticuerpos dirigidos frente al cáncer que pueden terminar dando reacciones cruzadas. Estos síntomas tienen la peculiaridad de que aparecen en localizaciones alejadas de un tumor o sus posibles metástasis, lo que dificulta aún más su interpretación.
Hay que tener en cuenta que no todas las personas con un cáncer tienen que debutar con estos síntomas que ahora estudiaremos, pero hay un porcentaje de tumores (se calcula que en torno al 20% de las ocasiones) que pueden dar la cara de esta manera, por lo que ahora que la accesibilidad a la asistencia sanitaria se ha visto en ocasiones complicada o demorada debido a la priorización de los recursos, como intento de reducir el contagio por COVID19 y por lo tanto reducir el número de complicaciones y fallecimientos, conviene darle la importancia que se merece. Nuestro cuerpo es sabio y nos manda señales para que hagamos algo al respecto. El dolor es un claro ejemplo de la sabiduría de nuestro organismo: cuando realizamos de manera repetitiva un movimiento o sobreesfuerzo, la aparición de dolor nos pone sobreaviso de que tenemos que descansar para evitar lesionarnos; lo mismo ocurre en verano previo al golpe de calor donde la persona comienza a sentir sed, mareos, visión borrosa…Lo que pasa es que a veces estamos tan inmersos en la rutina del día a día que somos incapaces de escuchar los gritos de auxilio que nuestro cuerpo manda en forma de SOS.
Como acabas de leer, en torno al 20% de los tumores pueden debutar dando estos síntomas bizarros que pueden en principio pasarse por alto. El cáncer de pulmón es el que con más frecuencia curso previamente con este síndrome paraneoplásico, pero hay otros tumores con cierta predisposición entre los que podemos citar: riñón, hígado, leucemia, linfomas, mama, ovario, estómago y/o páncreas.
¿QUÉ SÍNTOMAS HAY QUE VIGILAR?
La finalidad de este post para #JuntosXElCancer no pretende hacer del/la lector un/a hipocondriaco/a. Estar vivo es sinónimo muchas veces de que puedan aparecer algunas variantes de la normalidad y de hecho es bueno y señal de que nuestro organismo funciona correctamente y se defiende ante factores externos o desequilibrios externos.
Sin embargo, si alguno de los siguientes síntomas se prolonga en el tiempo o se hacen muy manifiestos sin justificación alguna, convendría consultar con tu médico/a por si es necesario hacer algún tipo de estudio. La fiebre sin aparente infección, la aparición de sudoración por las noches, la pérdida de apetito, un cansancio prolongado o perder peso sin estar haciendo dieta ni una actividad física que lo justifique, deben ponernos en alerta.
Estos síntomas aparecen en estos casos por la liberación de citoquinas o otros mediadores de las células tumorales. De manera general, los anteriores no deben ser los únicos síntomas a vigilar, ya que, según el órgano, pueden aparecer otros síntomas. A continuación, haremos un rápido repaso por las diferentes partes del cuerpo para saber los síntomas/signos a vigilar:
• PIEL: el síntoma más frecuente en las fases iniciales de un tumor suele ser el picor (conocido como prurito). En ocasiones también puede debutar como rubefacción (enrojecimiento). Conviene vigilar la piel ya que en ocasiones se forman manchas pigmentadas que pueden ponernos en la pista de que un tumor subyace entre tanto síntoma inespecífico.
• ENDOCRINO: en ocasiones pueden darse mareos o desvanecimientos donde se aprecia una hipoglucemia (cifras bajas de glucosa-azúcar). Pero tumores de páncreas también pueden debutar con cifras elevadas de glucosa. En ocasiones también se dan alteraciones en los iones de nuestro organismo, sobre todo del sodio. En ocasiones se puede producir un aumente de la tensión arterial, cosa que ocurre con tumores que liberen adrenalina o cortisol.
• DIGESTIVO: muy atentos a cambios repentinos en el patrón intestinal en personas de cierta edad. La aparición de un estreñimiento repentino que se mantiene o comenzar y mantener cacas blandas (diarrea acuosa) pueden estar detrás de un cáncer. Mucho ojo también a la presencia de sangre en las heces.
• HEMATOLOGÍA: anemia, trombocitosis, problemas para la coagulación deben ponernos en aviso. En una analítica se pueden apreciar parámetros alterados como un aumento de los linfocitos o los leucocitos que puede ser la antesala de algún tumor hematológico.
• NEUROLOGÍA: alteraciones sensitivas, visión doble, debilidad motora, pérdida de reflejos, marcha algo inestable (atáxica), problemas en el habla, pérdidas de la memoria o aumento de olvidos…No pasar por alto demencias prematuras, que a veces pueden ser etiquetadas como deterioro cognitivo pero que tienen su base en un cáncer oculto.
Si has leído hasta aquí, te puedes hacer una idea de que mi objetivo no es que seas médico ni sepas diferenciar lo bueno de lo malo, sino que sepas qué cosas tienes que vigilar y en el caso de que aparezcan, consultar mejor más pronto que tarde. Ante tanto y tan variado síntoma, el diagnóstico de un síndrome paraneoplásico puede ser difícil de realizar. No es misión de la persona que lee este artículo saber los pasos a seguir, sino saber cuándo conviene pedir cita con tu Médico de Familia para que inicie llegado el momento, un estudio.
Llegar a un diagnóstico precoz aumenta de manera exponencial la probabilidad de supervivencia así que espero que el post de este año para #JuntosXElCancer te pueda resultar de ayuda.
Mucho ánimo con este 2021
JUAN TORAL SÁNCHEZ
Médico de Urgencias y de personas