La comunicación en salud como elemento de apoyo terapeutico ante el diagnóstico del cáncer

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La comunicación en salud, para convertirse en un elemento de apoyo terapéutico, requiere un entrenamiento del profesional sanitario en habilidades comunicativas para que la información sea comprensible, dada con acompañamiento emocional y posibilidades de afrontamiento. Debemos incluir y dar participación a la familia del paciente en una toma de decisiones argumentada.

Hablar de comunicación en salud implica referirse a una serie de interacciones que se dan en la relación profesional con los pacientes de los servicios sanitarios y contribuyen positiva o negativamente en la percepción de satisfacción de los mismos, como se evidencia en encuestas de satisfacción creadas al respecto. Somos muchos los que reconocemos el efecto terapéutico de una buena comunicación, además del obtenido por los fármacos o procedimientos clínicos.

Esta comunicación incluye al paciente y a su familia, que es el contexto más influyente en la salud. El encuentro entre profesionales, pacientes y sus familias implica un intercambio de información, donde se debe avanzar hacia orientaciones específicas de tipo educativo y pedagógico que posibiliten la participación activa y favorezcan el mejor de los caminos para hacer frente y buscar reducir el estado de malestar por la pérdida de la condición de salud.

La falta de comunicación en el ámbito sanitario es un problema generalizado. Aspectos clave para mejorar la comunicación con los pacientes son la formación del profesional en habilidades para dar información veraz pero sin generar expectativas falsas, crear un clima de confianza y solidaridad, usar un lenguaje asequible, tener en cuenta las necesidades de información de la familia, dedicar el tiempo suficiente y utilizar un protocolo de atención consensuado por el equipo de profesionales.

El diagnóstico de cáncer hace que la persona se sienta amenazada con riesgo prematuro de muerte e interrupción de su trayectoria de vida, que alterará su visión del mundo, por lo que requerirá de fuerza y creatividad para soportar los cambios, muchas veces drásticos en su estilo de vida. Este diagnóstico es una noticia devastadora para quienes padecen la enfermedad y para su familia, por lo tanto es fundamental el papel que ocupan la enfermera y el resto de profesionales implicados en el tratamiento y en el desenlace que pueda tener el paciente.

De un tiempo a esta parte vivo como el desarrollo de la tecnología ha significado un gran progreso para la obtención y el mantenimiento de la salud de los pacientes, pero también se ha convertido en una barrera en el proceso de las relaciones interpersonales.

Hay una suposición generalizada de que las enfermeras somos comunicadoras innatamente cualificadas por nuestra formación en empatía y necesidad de interrelacionarnos con otros profesionales del cuidado de la salud, pacientes y familiares; algo que no siempre se corresponde con la realidad diaria.

La formación que recibimos las enfermeras no siempre prioriza los aprendizajes que sustentan las interacciones humanas de calidad. La capacitación en comportamientos orientados a la comunicación interpersonal efectiva no siempre ocupa lugares importantes en los programas de formación y de postgrado. Del mismo modo, las cargas de trabajo excesivo versus la presión asistencial, en ocasiones nuestras propias frustraciones y la preocupación por el desarrollo de procedimientos técnicos desplazan el reconocimiento del lugar que deben ocupar las relaciones interpersonales efectivas.

Es por todos reconocido que la formación para desarrollar habilidades de comunicación eleva de manera significativa la calidad y cantidad de la comunicación hacia los pacientes; esto incrementa la calidad de atención, evaluada a través de la satisfacción del paciente y de la enfermera.

Cuando las enfermeras nos tomamos nuestro tiempo para comunicarnos con el paciente, es manifiesto que se mejora el proceso y los pacientes refieren sentimientos de seguridad y bienestar. No debemos olvidar que nuestros mensajes no son interpretados sólo por nuestras palabras, sino por la forma en que nos comportamos. De esa manera se puede lograr que la comunicación sea más eficaz, por lo que es preciso hacer conciencia de la importancia del lenguaje corporal, especialmente con respecto a la proximidad, la postura, el tacto y el contacto visual.

Otro componente de la comunicación en salud es la auto-observación de las actitudes y emociones del profesional debido al impacto que producen. El lenguaje no verbal manifiesta y expresa mensajes que podrían interferir en la congruencia e incluso en la credibilidad de lo que se verbaliza. Gestos y actitudes de distancia, superioridad, enojo o displicencia pueden ser entendidos de diversas maneras por los pacientes o familiares, que pueden interpretar este tipo de comunicación como señales que no corresponden con su condición de salud real. Por esta razón es importante que los profesionales sanitarios trabajen en sus actitudes y prejuicios para mantener una adecuada comunicación.

Hay que apuntar y reconocer el funcionamiento del conjunto de los profesionales como una unidad, donde la comunicación dependa del trabajo en equipo más que de la actuación individual de una disciplina, por lo que la responsabilidad es compartida.

Se me antoja preciso recordar que todo paciente tiene el derecho de elegir quien le cuide por su nivel técnico, comunicativo, afectivo y otros atributos. No le corresponde al profesional de la salud propiciar conflictos éticos a través de la comunicación inadecuada, mal regulada, desmotivada o irrespetuosa.

La comunicación es un elemento básico en las relaciones humanas. Para nosotras las enfermeras es muy importante saber qué decir, cuándo decirlo y cómo hacerlo. El arte del cuidado enfermero se desarrolla mediante el establecimiento de una adecuada relación terapéutica y ésta solo se consigue mediante la escucha activa y el diálogo. Además, la profesión enfermera dedica una gran parte de su trabajo diario en el trato de “tú a tú” con el paciente y su entorno y para ello es imprescindible saber comunicar. No basta con adquirir determinados conocimientos o ser capaces de llevar a cabo determinadas técnicas. Es necesario un razonamiento crítico, saber priorizar problemas y cómo resolverlos mediante decisiones acertadas, así como ser capaces de establecer una adecuada comunicación tanto con los pacientes y/o su entorno, como con el resto de los profesionales que intervienen en la atención de su salud.

Las enfermeras estamos aprovechando cada día más las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). En los últimos años se están produciendo grandes avances tecnológicos y, como no podría ser de otra forma, éstos están provocando cambios en el cuidado enfermero. En el auge de las nuevas tecnologías que está afectando a diversos campos de la enfermería, cabe destacar el impacto que tienen en el proceso comunicativo con el paciente. Las TIC son herramientas tecnológicas que hacen posible la edición, producción, almacenamiento, transmisión e intercambio de información entre los sistemas que las componen. Además favorecen dos tipos de comunicación: la interpersonal y la multidireccional. La comunicación es una de las llaves maestras de enfermería en la atención al usuario, por lo que es indispensable que el personal enfermero adquiera y desarrolle habilidades y conocimientos que engloben a las TIC para el buen hacer de nuestra profesión.

Son muchas las enfermeras que tienen dudas y plantean cierta resistencia ante estos nuevos cambios. Los conocimientos y las habilidades necesarias para el manejo de las TIC son aspectos que aún hoy más incertidumbre “causan” en muchas compañeras. Por ello es importante hacerles ver que, mediante una adecuada formación y una pizca de interés, estos prejuicios y barreras pueden ser eliminados. De la mano de las TIC podemos desterrar el “siempre se ha hecho así”, pues conseguiremos mantener una perspectiva clínica al tiempo que fomentamos la investigación y por lo tanto mejoraremos los cuidados dispensados a los pacientes.

by @chuchencio
Jesús del Río.
Enfermera.

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