La importancia del lenguaje con el paciente oncológico.
Llevo años defendiendo en redes sociales que con los pacientes oncológicos no se
debe usar un lenguaje bélico, de lucha o de batalla, contra una enfermedad que es el
cáncer. Esta es una de las razones que me ha llevado a hacer esta reflexión en esta
Jornada de Juntos por el Cáncer.
Y es que mi experiencia en el mostrador de la farmacia comunitaria, así como con
pacientes oncológicos que he conocido a través de redes sociales, me ha llevado la
conclusión de que el lenguaje de que es una batalla que hay que ganar, que es una
lucha de la que vas a salir, y otras similares, no se usan en contra enfermedades como
la diabetes, un infarto, o una infección bacteriana, y que a su vez puede llegar a sumar
una presión al paciente oncológico.
https://youtu.be/cIyHPCiEEv4
Esto no quita que afrontar la enfermedad con positividad sea algo bueno para el
paciente, pero es algo que debe salir de él o de ella, no impuesto por la sociedad, ni
por los sanitarios. Esta positividad debe ser una forma de experiencia vital para
afrontar el tratamiento y la enfermedad, debido a su dureza, pero no como forma de
superar la enfermedad.
El cáncer y su tratamiento no depende de las ganas del paciente de curarse, no
depende de su voluntad, ni de cómo afronta la enfermedad, y es aquí donde los
sanitarios debemos tener precaución a la hora de tratar con estos pacientes, debemos
escuchar y aconsejar, debemos mostrar la realidad y no endulzarla.
Por ejemplo, desde la farmacia comunitaria podemos aconsejar con problemas
derivados de la “quimio” o la “radio” como pueden ser el cuidado diario en la piel en el
pelo y en las uñas; los problemas con la alimentación, las náuseas, los vómitos o colitis;
o los problemas de sueño y ansiedad.
Pero debemos ser cautos con el lenguaje que usamos cuando atendemos a estos
pacientes, seamos médicos, enfermeros o farmacéuticos. Ya que desde mi experiencia
con los pacientes que he atendido, el hacer creer al paciente que el curarse va a
depender de sus ganas, es no solo una falsedad, sino un incremento de la presión y la
ansiedad que este enfermo sufre ya de por sí, haciendo además recaer sobre el
enfermo la sensación de que si el tratamiento no va como debiera, es porque él no
está haciendo lo suficiente, es porque él está perdiendo esa “batalla”.
En el lenguaje bélico una “batalla” y una “guerra” se tienen contra un enemigo, donde
si uno pierde el otro gana. Pero una enfermedad, por muy dura que llegue a ser, no es
una “guerra”, ni es una “batalla”, no depende de lo que tú hagas o dejes de hacer, el
resultado de cómo salgas de la enfermedad no depende de ti, sino de miles de factores
que hay a tu alrededor, desde cuándo te detectaron la enfermedad, el tipo de cáncer
que sea, tu condición genética, tus antecedentes respecto al cáncer, y por qué no
decirlo también depende de dónde vives, ya que dependiendo de si vives en una
ciudad o en un pueblo a cientos de kilómetros del hospital más cercano, todo eso va a
influir en el resultado de cómo vas a acabar saliendo del cáncer.
Y por todo esto creo que es bueno hacer una reflexión entre todos los sanitarios, los
medios de comunicación y campañas varias que hay contra el cáncer. Por ejemplo, el
cáncer de mamá es el cáncer más visible de todos, los medios de comunicación se
vuelven rosas, pero el cáncer no es de color de Rosa, no es una batalla a la que el
enfermo va solo a enfrentarse a la enfermedad. Es un recorrido muy duro, el
tratamiento de quimio o de radio es algo que solamente los que lo han padecido
pueden explicarlo, como me dijo un amigo en una ocasión es envenenar a tu cuerpo
de tal manera que se muera todo lo que quieres que se muera menos tú.
Por eso en este recorrido, que es el tratamiento del cáncer, lo que no debemos hacer
es añadirle al enfermo la presión que no necesita, el hacerle sentir que el curarse o no
está sólo en su mano, porque no es así. No he conocido en todos mis años de
profesional a ningún paciente que no quisiera curarse, esto no ha evitado que no todos
hayan podido salir de manera airosa del cáncer. Por eso cuando un paciente nos viene
a pedir ayuda con determinadas patologías asociadas al tratamiento del cáncer, si
tengo confianza con él me gusta hablarle mirándole a los ojos, haciéndole ver que sí es
importante cómo afronta la enfermedad, pero no para salir de ella, sino para que el
camino que está a punto de empezar a recorrer se le haga menos duro, para que
nunca llegue el momento en el que me diga que no puede más, que se rinde, para que
sus ganas de vivir no decaigan aún cuando no tiene fuerzas, incluso para poder llegar a
ser su confidente, cuando no quiere preocupar a su familia, ser esa pequeña válvula de
escape en un camino en el que parece que no puedes flaquear.
No me quiero extender mucho más, espero haber sido capaz de formular mi
experiencia, haber sido capaz de transmitir lo que algunos de mis pacientes me han
contado en el mostrador, lo que algunos de mis amigos y familiares me han trasladado
en el día a día del tratamiento contra el cáncer, porque en esta enfermedad, al igual
que en muchas otras, no hay vencedores ni vencidos, no hay ganadores ni derrotados,
simplemente hay enfermos que quieren seguir viviendo, y ojalá esto se convierta en
una realidad no muy lejana, en la que los enfermos y sus familias no tengan que sufrir
momentos de mayor presión porque a veces no sabemos expresarnos de mejor
manera, pero que estas líneas que he escrito puedan servir para ser más conscientes
de que a veces las palabras duelen y pueden hacer que una persona acabe sufriendo
de una manera de la que no somos conscientes y de la que lógicamente no era nuestra
intención.
Un saludo y que nunca perdáis vuestras ganas de seguir hacia adelante. CARPE DIEM
Miguel Cabello de Alba García
Farmacéutico adjunto rural