La piel, en latín «pellis» es el órgano más grande de los seres humanos. Se compone de una capa exterior, epidermis y de otra interior, dermis. La piel permite proteger al organismo de agresiones externas, ayuda a conservar la integridad de sus estructuras y funciona como un medio comunicativo con el exterior.
Como cualquier estructura que conforma el cuerpo humano, la piel puede enfermar, desarrollando enfermedades tales como el acné, psoriasis, dermatitis atópica y cáncer de piel, que es el tema que nos atañe.
Es fundamental reseñar que el cáncer de piel es el más frecuente de todos a nivel mundial, ya que el 50% de la población habrá padecido de al menos una lesión precancerosa de la piel al llegar a los 50 años de edad.
Como ya se sabe, en la mayoría de los cánceres, la prevención primaria es fundamental, pero quizás en este tipo de cáncer es vital ya que se ha demostrado en varios estudios que una correcta fotoprotección hasta los 18 años de edad reduce en un 85% el riesgo de padecer cáncer de piel, ya que el 80% de la radiación acumulada, se produce hasta esta edad.
Existen tres tipos fundamentales de cáncer se piel:
-Carcinoma de células basales o basocelular (CCB)
-Carcinoma de células escamosas o epidermoide(CCE)
-Melanoma
Los CCB y CCE son las formas más comunes de cáncer de piel, denominándose cánceres de piel no melanoma y, aunque sean los más frecuentes, representan menos del 0.1% de las defunciones causadas por cáncer.
La incidencia del cáncer de piel en España es la siguiente:
-Carcinoma de células basales: 118 por 100.000 habitantes.
-Carcinoma de células escamosas: 42 por 100.000 habitantes.
-Melanoma: 9.7 por 100.000 habitantes.
Evidentemente, no todas las personas desarrollan cáncer de piel. En este tipo de cáncer los factores de riesgo son determinantes:
-Exposición al sol y a la radiación ultravioleta, tanto la UVA, como la UVB, incluídas las cámaras de bronceado.
Me gustaría detenerme en este punto para explicarlo con detenimiento, ya que es uno de los factores determinantes en el desarrollo del cáncer de piel y donde la prevención primaria cobra una dimensión prioritaria.
La exposición acumulada a la radiación UV, tanto la A como la B y la sensibilidad cutánea individual a este tipo de radiación son factores de riesgo. Hay que tener en cuenta el tipo de exposición, determinando si ha sido alta y de corta duración o crónica.
Las radiaciones UVB y UVA forman parte de la energía procedente del sol. Sobretodo la radiación UVB, ya que es la responsable de las quemaduras del sol, de la pigmentación y engrosamiento cutáneo, así como del melanoma y otros tipos de cánceres no melanoma.
La radiación UV puede causar asimismo problemas en los ojos, tales como cataratas o cáncer a nivel ocular. Un nuevo estudio dirigido por la Universidad Case Western Reserve en Cleveland demuestra que la luz UV puede dañar las proteínas del cristalino por un estrés oxidativo. Este estudio deja claro que, no sólo hay que proteger la piel frente a la radiaciones UV, sino también nuestros ojos. No hace falta llegar a ser adulto para empezar a protegerlos. Desde bien pequeños debemos asumir esta costumbre, ya que hay que tener en cuenta que todas las estructuras de los niños están en pleno desarrollo y son más vulnerables a los ataques de los factores externos.
–Antecedentes de quemaduras solares: Las personas que sufrieron quemaduras solares, tienen más predisposición a sufrir CCE.
–Tez y ojos claros: Estas personas tienen más predisposición, si su exposición al sol fue prolongada.
–Antecedentes familiares
–Inflamación cutánea crónica: como, por ejemplo en las úlceras cutáneas de larga duración.
–Inmunodepresión: Las personas que han recibido un transplante y que están sometidos a tratamiento de inmunosupresión, así como personas con enfermedades autoinmunes tienen mayor riesgo de CCE.
Es importante que los profesionales de la salud conozcamos las personas que van a tener mayor riesgo y predisposición de padecer cáncer de piel:
·Personas con pecas en la piel, que les cuesta broncearse o que se queman con facilidad, son particularmente susceptibles
·Personas con un aumento acumulado de la exposición solar.
·Personas que se someten a transplantes de órganos y están sometidos a tratamientos inmunosupresores, particularmente desarrallarán CCE.
·La exposición a arsénico también predispone al CCE.
·El melanoma aparece en aquellas personas que han sufrido exposición solar aguda y quemaduras, sobre todo si se han acumulado en la infancia o adolescencia.
Una vez que se ha conocido la población de riesgo, los profesionales sanitarios debemos realizar Educación Para la Salud para llevar a cabo una correcta prevención primaria y facilitar tanto a este grupo de población, como a cualquier tipo de población las medidas a seguir para evitar o retrasar la aparición de CCB, CCE o melanoma:
–Usar protector solar y evitar la radiación ultravioleta (UV): en este caso hay que advertir que la población en general tiene la creencia de que al usar protector solar, ya no debe cuidar el tiempo e intesidad a la exposición al sol. El uso de los protectores no exime del riesgo de padecer cualquier tipo de cáncer si no se cuida también la exposición al sol.De hecho algunos estudios recientes evdencian que las pruebas actuales indican que la aplicación de proteccioón solar, sin tener en cuenta el tiempo o la intensidad de exposición a las radiaciones solares, no muestra relación con la reducción del melanoma.
La recomendación es usar un protector solar en función del fototipo de piel de cada persona. En general con un FP de 30, es suficiente para casi todo los tipos de piel, pero como digo, tiene que ir en función de los fototipos.
–Evitar exposiciones al sol en horas centrales del día, mayormente de 10 a 16h.
–Uso de gafas de sol a TODAS las edades y sombreros de ala ancha, así como prendas de ropa protectora frente a radiaciones UV.
En este apartado de educación para la salud hemos de ser conscientes de los mitos y falsas creencias que siempre han rodeado a la exposición al sol, tales como:
1.Los daños causados por el sol pueden ocurrir en cualquier época del año, no sólo en verano.
2.La radiación UV atraviesan las nubes, así que un día nublado no exime de peligro
3.Nunca mirar directamente al sol
4.Uso gafas de sol y sombreros de ala ancha en las horas centrales del día.
Los profesionales sanitarios también debemos advertir sobre los peligros de la cabinas broceadoras, ya que éstas tienen tanto riesgo de desarrollar cáncer de piel, como las radiaciones UV provenientes del sol.
Esta empresa se ha encargado de propagar dos mitos para convencer a la población de que estas cabinas son seguras
·MIto 1: el bronceado en interiores es más seguro que el bronceado en exteriores
·Mito 2: el bronceado en interiores es una fuente segura de vitamina D
No existe absolutamente ninguna evidencia que respalde estas dos afirmaciones. De hecho, los investigadores indican que la radiación UV de estas cabinas las hace mucho más peligrosas.
Los profesionales sanitarios, asimismo, debemos dar una serie de recomendaciones a nuestros pacientes, haciendo la prevención más importante en este tipo de cánceres
-PREVENCIÓN PRIMARIA
Saber identificar cualquier cambio en la piel que no desaparezca en el lapso de un mes.
Examinar la piel de todo el cuerpo, incluso de la dentro de la boca
Observar si hay algún lunar o abultamiento nuevo en la piel.
Observar cambios en algún bulto o lunar que ya lleva tiempo ahí.
Observar manchas en la piel de color diferente y que se torna oscuro.
Atención a una llaga que no sana.
Examine sus uñas para ver si tiene una franja oscura o ver si esta mancha crece.
Así pues, hay que dar una información veraz a la población para que se adquieran buenos hábitos saludables desde la infancia para cuidar de nuestra piel, ya que con una buena educación sanitaria dermatológica, se puede reducir en un 85% el riesgo de padecer cáncer de piel.
Post escrito por María Ramírez Sánchez