Hablamos de Cáncer.
Aunque muchos médicos prefieren referirse a él como carcinoma, algunas pacientes le llaman el maldito o el bicho…
Y el caso es que, aunque la enfermedad es la misma, cada quien la afronta a su manera.
Todos convivimos con el cancer, pero lo vemos como algo lejano, algo que les pasa a “OTROS”. Ese momento en la consulta cuando te dicen los resultados, TODO CAMBIA sientes como de repente tu mundo se desmorona y todo se frena de golpe.
No puedes pensar ni asimilar toda la información, demasiada información que no acabas de creer, ni procesar.
Ocultas que estás mal para no preocupar a tu alrededor, porque por desgracia, nadie nos prepara para esto, nadie nos enseña a lidiar con el dolor o la muerte.
Sientes MIEDO, mucho MIEDO, TRISTEZA. Aprendes a NO exteriorizar, a no contar todo para evitar sufrimientos innecesarios a los tuyos. Como un diente de león, tan efímero, tan frágil.
Lo que sí aprendes cuando te pasa algo así, es que al final eras más fuerte de lo que creías. Ser fuerte es tu única opción, nadie puede batallar por ti.
Un día en una de nuestras quedadas, cuando nos propusieron participar en el proyecto #juntosxelcancer Nuria, María Jose y yo misma (Magdalena), creamos una batería de preguntas que hicimos a pacientes que están pasando o han pasado recientemente por el, “el cáncer de mama”.
¿Por qué?
Pues por las necesidades y las carencias que yo (sin ser paciente) detectaba en el sistema a través de los ojos de Lucia.
Os pongo en antecedentes:
10 Enero 2018. Me despiden de mi trabajo como técnico de farmacia y estética después de más de 17 años.
¿Por qué?
Por DINERO, por antigüedad y titulación mi salario cubriría el de 2 trabajadores sin experiencia ni formación. «Eres muy buena profesional, estás muy formada, tienes una buena edad, no te costará encontrar otro puesto. Así que ADIÓS»
Mi hija de 14 años está en la farmacia esperándome. Imaginad cómo es explicar esto cuando no puedes dejar de llorar y no te salen ni las palabras. Lloré y lloré durante 2 meses enteros. Lloré mañana, tarde y noche sin descanso, ni consuelo.
Todos a mi alrededor intentaban reconfortarme, con llamadas, mensajes de apoyo y cariño constantes que agradecía, me hacían sentir RICA, pero no me aliviaban.
Hasta que una tarde recibí un mensaje de Lucia:
“Haz el favor de dejar de llorar y salir de casa YA. Tienes un marido y una hija maravillosos, una familia que te adora, un montón de amigos pendientes en cada momento de ti y lo más importante, SALUD. Mañana yo ingreso en el hospital”
Inmediatamente la llamé:
Tenía un bulto en el pecho y al final resultó ser un carcinoma, mañana me quitan un pecho o lo que necesiten, dependiendo de lo que encuentren según abran. Me quede helada, no conseguía encontrar palabras.
Ese fue el momento exacto en el que dejé de llorar. NO TENIA DERECHO.
Así que empecé a fechar todos mis cursos y formaciones para actualizar mi curriculum que después de tantos años era inexistente. Me arreglé, volví a maquillar mi labio rojo, vestí la mejor de mis sonrisas y salí. Busqué trabajo y después de un par de entrevistas, lo conseguí.
Lucia por su parte se operó y todo fue genial, después del miedo, el dolor, las curas, las idas y venidas al hospital. Y entonces decidí que era el momento de que saliera ella, pero me dijo que no, que estaba cansada y un poco baja de moral.
Las sesiones eran duras y la dejaban fatal, se encerraba en casa a “malvivir” en soledad los efectos secundarios de la quimioterapia para atacar al cáncer y seguir con su vida o empezar una nueva. Vamos a comer, un sitio cerca de tu casa, sin prisa y charlamos. Y allí nos fuimos y nos reímos MUCHO, como siempre. Todo fue como siempre, salvo su pelo, le faltaban esos rizos que la caracterizan y su mirada, BUSCANDO en mí lo que no encontró: COMPASIÓN.
Pero vi taaaantas carencias, tantas dudas que decidí que el artículo sería sobre esto.
Llega el mes de Octubre y todo se tiñe de ROSA. Todo es benéfico y todo se hace para ayudar, pero ¿CÓMO AFECTA este tema cuando lo vives en primera persona?
Lucia escribió esto en sus redes:
“Qué bonito todo el mundo luciendo su lacito rosa en la solapa como muestra de solidaridad con tod@s aquell@s (sí, también hay hombres) que padecen, han padecido o padecerán un cáncer de mama.
Ahora ya sólo os queda desinfantilizar la enfermedad y no quedarse mirando e incluso girarse al ver a alguien que lleve un pañuelo o una peluca. No apartarse como si te fueran a contagiar. No cuchichear a su paso. Borrar las caras de compasión. Empecemos por estos 4 simples gestos. Será un buen comienzo para normalizar la situación.” DE NADA.
Lucia con 42 años recién cumplidos y en pleno proceso de quimioterapia, sintiéndose física y psicológicamente FATAL, se presentó a los exámenes para la oposición que había decidido preparar ese año por primera vez.
Nada fue como lo había planeado:
Sin pelo, ni cejas, ni pestañas, vestida con su pañuelo, sus ganas y las pocas fuerzas que le quedaban.Sin expectativas, ya que sus prioridades habían cambiando.
Pero aprobó su examen y además con nota. Y pasó también la siguiente fase.
Y ¿ahora qué? Cualquiera en su situación hubiera llegado a la presentación, tomado posesión del cargo y cogido la baja y NADIE LA JUZGARÍA. pero ella NO.
Ella quería intentarlo.
Su oncóloga le dio el “alta” por mejora, sujeta a revisiones y pendiente de cualquier cambio en su salud.
Para llegar a la más dura de las situaciones: enfrentarse a un nuevo trabajo, un colegio lleno de jefes, compañeros, niños, padres y el gran dilema: ¿Me pondré el pañuelo? ¿O mejor peluca? ¿Qué será menos impactante? ¡Y las cejas? Yo no sé pintármelas.¿Cómo actúo?
Hola, soy Lucia y tengo cáncer. Pero los niños (de 6º EP, aun en plena pre-adolescencia) siempre nos dan LECCIONES, la ven con total normalidad y ella llega cansada, agotada, exhausta, pero feliz. Gracias también a su trabajo o quizá a la falta de tiempo para pensar en ello, cada vez nota menos los síntomas de las sesiones, ya no le cuesta tanto recuperar. Ya ve cerca el final.
Magdalena Lillo, Nuria Fervienza y Mª José Cachafeiro para #JuntosXElCáncer