Tabaco y cáncer

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La OMS define el tabaquismo como una enfermedad adictiva, crónica y tratable, en la que el 80% de los casos la edad de inicio es inferior a los 20 años. La forma más común de consumo de tabaco son los cigarrillos, aunque existen otras muchas formas. Según el informe de EDADES 2018, el tabaquismo, tiene una elevada prevalencia, ya que entorno al 34% de la población española fuma actualmente, con un retorno a las cifras de 1997. Además, se trata de la primera causa de muerte evitable de los países desarrollados, principalmente relacionadas con EPOC, enfermedades cardiovasculares y CANCER. Por ello, se puede considerar la mayor pandemia del siglo actual y su prevención, diagnóstico y tratamiento cobran especial importancia.


El cigarro, contiene más de 4000 sustancias, de las cuales cabe destacar el monóxido de carbono (CO), la nicotina, las nitrosaminas, los alquitranes y las sustancias oxidantes, ya que son las responsables de la mayoría de la patología asociada al tabaco. Estas sustancias, no sólo se encuentran en el humo que es inhalado por el propio fumador. Es por ello que su tratamiento es importante, así como la prevención a la exposición de los no fumadores, especialmente en el caso de los niños.

Para trabajar este aspecto han de conocerse los diferentes tipos de humo que existen:

El humo de primera mano, es aquel que es inhalado por el fumador que contiene diversas sustancias de las anteriormente mencionadas con capacidad carcinógena y altamente oxidantes, acelerando el envejecimiento.

El humo de segunda mano es el producido con la exhalación del humo del tabaco más el producido en su propia combustión. Tiene efectos a nivel respiratorio y aparato circulatorio. Es destacable esta exposición en lactantes, donde puede aumentar la probabilidad de muerte súbita, así como en niños el número de infecciones de oídos, garganta y bronquiales y agudizaciones del asma.

El humo de tercera mano, es el humo que quedará impregnado de manera invisible en las cortinas, sofás, alfombras, muebles, ropa,…que perdurará muchisimo tiempo incluso después de haber apagado el cigarrillo y el humo de segunda mano se haya ventilado. Este residuo, reacciona con los contaminantes internos habituales y crea una mezcla tóxica que puede provocar cáncer y poner en riesgo la salud, especialmente de niños pequeños y bebés.

Las sustancias con capacidad carcinógena, se centran en los tres tipos de humo e inducen alteraciones en el ADN celular. El humo del tabaco, independientemente del tipo que sea, está clasificado dentro del Grado 1 de carcinógenos (demostrados carcinógenos humanos) por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC). Se han identificado más de 40 sustancias altamente carcinógenas entre las que destacan los Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos (HAP) y las nitrosaminas.

Diversos son los tipos de cáncer relacionados con el consumo o exposición al humo del tabaco, entre los que destacan:

Actualmente, ante el aumento de mujeres fumadoras, la incidencia de algunos de éstos tipos de cáncer, antes casi exclusivos de hombres, ha crecido de manera exponencial entre las mujeres, como es el caso del cáncer de pulmón con un aumento del 74% en los últimos años.

Podemos hacer una larga lista de motivos para dejar de fumar. Debemos de tener en cuenta, que las motivaciones personales, pueden ser muy diversas y que siempre es importante individualizarlas al máximo (dinero, salud, pareja, etc).

Por el tema que nos ocupa lo enfocaremos al cáncer y destacaremos tres razones:
1.- Prevenir todas la patologías mencionadas.
Es una razón muy importante para dejar de fumar. Es decir, ganar en calidad y en cantidad de vida tanto del fumador como de los que le rodean. Vivir más tiempo, mejor y con la gente que quiero a mi lado.

2.- Reducir al máximo los riesgos en la mesa de quirófano ante cualquier intervención, ya que se multiplican exponencialmente en un fumador. Debemos aconsejar todos los profesionales el abandono, un mínimo de seis semanas antes de la misma.

3.- Evitar el efecto inductor del tabaco en el metabolismo de los fármacos. El tabaco, aumenta el metabolismo de algunos fármacos, por lo que las dosis deberán ser superiores a las que serían necesarias en caso de abandonar el tabaco, aumentado de ésta manera los efectos secundarios y las reacciones adversas. Es un aspecto que pocas veces se tiene en cuenta y que es muy importante. El farmacéutico como experto en el medicamento juega un papel muy importante.

Con todo lo anterior mencionado y ante la situación que nos encontramos actualmente, todos los sanitarios debemos estar alerta y abordar y ofrecer consejo breve al paciente fumador. Cuanto más tiempo se le dedique al paciente en torno al abandono del tabaco, mejor será el resultado, ya que existe una relación lineal entre grado de seguimiento y éxito de abandono a un año de comenzar la cesación.

Por nuestra parte, los farmacéuticos comunitarios, estamos cada vez más formados en tabaquismo y trabajamos día a día, detectando fumadores jóvenes que no acceden a otros profesionales sanitarios ante la ausencia de patología, o trabajando el consejo breve en las múltiples visitas a la farmacia mensuales e incluso a veces semanales, sin limitación del tiempo y casi ni de horario, de muchos otros pacientes.

Realizamos campañas para captación de pacientes y detectamos la posibilidad de trabajar con todo profesional sanitario que se implique en ayudar al paciente fumador en el abandono de tabaco, de manera conjunta, aumentando las garantías de éxito a un año y siempre por el bien del paciente, Del mismo modo, el fumador debe conocer y tener fácil acceso a la red profesionales disponibles para poder ayudarle en el proceso de abandono de tabaco y elegir un tratamiento farmacológico y conductual que mejor de adapte a él.Por último y quizá la parte más importante debemos trabajar la prevención en los jóvenes, ya que aquellos que inician el consumo hoy, serán los enfermos de mañana.

Un post de Leire Gaztelurrutia.

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