RECUPERACIÓN DE LA MASA MUSCULAR A TRAVÉS DE LA ALIMENTACIÓN EN PACIENTES ONCOLÓGICOS.

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CELIA MALLET CORUGENDO.

El cáncer es una de las enfermedades que causan más decesos en el mundo. Los pacientes oncológicos, además de alteraciones metabólicas y fisiológicas (1, 3), padecen con frecuencia un empeoramiento de su estado nutricional y de su composición corporal (1).

Como consecuencia, su estado funcional se ve afectado y con ello, se ha establecido una relación directa entre la pérdida de masa muscular y las probabilidades de supervivencia de dichos pacientes con cáncer de páncreas, pulmón, tracto biliar o cáncer colorrectal (1). La pérdida de la masa muscular es consecuencia de una reducción de síntesis de proteínas (del anabolismo) y además un aumento de su degradación (catabolismo) (1).
Los factores sintomatológicos que favorecen esta desnutrición y su consecuente pérdida de masa muscular son (3):

● Anorexia y pérdida del apetito
● Saciedad temprana
● Cambios en el sentido del gusto y del olfato
● Sequedad bucal (xerostomía),
● Náuseas y vómitos,
● Cambios en el tránsito intestinal,
● Pérdida de densidad ósea,
● Diarrea o estreñimiento persistente.

Esto ocurre no sólo durante la enfermedad, sino también como consecuencia a los tratamientos para el cáncer (incluyendo quimioterapia, radioterapia y cirugía). Estos tratamientos también afectan a los hábitos dietéticos, agravan las molestias digestivas y alteran los mecanismos de asimilación de nutrientes, contribuyendo a esa pérdida de masa muscular (3,4). Incluso después del tratamiento, es común que parte de estos síntomas se mantengan en el tiempo, dificultando la reposición de la masa muscular (4).

La masa muscular
La masa muscular es el volumen que ocupan los músculos de nuestro cuerpo (2), siendo ésta el 25 – 35% del peso corporal. Existen varios tipos de músculo: el cardíaco, el liso y el esquelético. Éste último es el que se ve afectado en mayor medida por tratamiento indicados para pacientes oncológicos como puede ser la radioterapia o quimioterapia.

El músculo esquelético, que es el músculo que todos conocemos, es el músculo que se contrae, en coordinación a nuestro sistema nervioso central, para permitir que nos podamos mover, desplazar, posicionar, coger cosas, etc. Es un tejido metabólicamente activo, compuesto por fibras musculares en las cuales se almacena la energía en forma de glucógeno, entre otros.

Foco en la masa muscular: ¿Por qué debemos recuperar la masa muscular en pacientes oncológicos?

La función de la masa muscular en nuestro cuerpo es clave no sólo para nuestra supervivencia, sino para nuestra calidad de vida. Encontramos los siguientes beneficios en personas que gozan de una masa muscular saludable:

1. Previene el riesgo de aparición de eventos cardiovasculares.
2. Reduce los niveles de triglicéridos y colesterol.
3. Previene la Diabetes Mellitus Tipo II.
4. Reduce el riesgo de caída y fractura en adultos mayores.
5. Reduce el estrés y la ansiedad.
6. Reduce el riesgo de padecer un cáncer.

De hecho, la pérdida de la masa muscular no sólo nos priva de estos beneficios, sino que suele convertirse en un predictor de fracasos terapéuticos.

Está relacionada con una prolongación de la estancia hospitalaria, encarecimiento de las prestaciones asistenciales, y la aparición de complicaciones (muerte incluida) y discapacidades ulteriores, básicamente, la pérdida de masa muscular aumenta el riesgo de mortalidad en el paciente críticamente enfermo (2).

Foco en la masa muscular: ¿Cómo aumentamos la masa muscular en pacientes oncológicos?

1) DIETA HIPERCALÓRICA:
El paciente deberá seguir un plan nutricional planificado con un superávit calórico y con suficiente proteína. El superávit calórico será de alrededor de 500Kcal/día, es decir, ingerir 500Kcal al día MÁS de las que gasta, siendo las calorías gastadas la suma de su metabolismo basal, la termogénesis de la dieta, y la actividad física. En general, se establece que sus necesidades calóricas serán de 25 – 35 Kcal/día (5).

No sólo es importante la energía del plan nutricional, sino la distribución de los macronutrientes.
El “timing” también es relevante. Se recomienda que la proteína diaria esté repartida en las diferentes ingestas, no concentrada en una sola; siendo que si podemos hacer 5 ingestas diarias en lugar de 3, mejor (4).

Los batidos de proteína generalmente son innecesarios si con la dieta llegamos a los requerimientos de dicho macronutriente. Sin embargo, en muchas ocasiones son útiles para sustituir ingestas cuando el paciente encuentra engorroso el consumo de tanta cantidad de proteína en forma de alimento sólido (4). La proteína que mejor se asimila por el cuerpo humano es la proteína conocida como “Whey Protein”, ya que deriva del lactosuero, de la leche de origen animal. Los batidos de proteína vegetal serán también útiles pero su asimilación será menor.

Todo esto sin olvidar la base de una alimentación saludable y suficiente: evitar alimentos ultraprocesados, ricos en grasa saturadas y trans, harinas, azúcares y aceites refinados… elegir alimentos de calidad, frutas, verduras, carne, pescado y huevos, legumbres, cereales integrales, etc. Ingerir alimentos en la cantidad adecuada.

2) EJERCICIO FÍSICO:
Existe evidencia de que el ejercicio físico tiene múltiples beneficios en pacientes oncológicos (1), y también que en general, es una actividad segura y que es útil ejercerlo antes, durante y después del tratamiento contra el cáncer (6).

Entre los beneficios se encuentran:

1. Ayuda en la disminución de grasa corporal y visceral,
2. Mejora la densidad ósea,
3. Aumenta la masa muscular y la fuerza,
4. Mejora el entorno hormonal,
5. Aumenta el metabolismo basal,
6. Mejora la regulación del sistema inmune,
7. Mejora la capacidad cardiorrespiratoria,
8. Mejora la sensibilidad a la insulina,
9. Aumenta el apetito,
10. Mejora el estado de ánimo…

Es recomendable que tanto ejercicio físico aeróbico como de resistencia o fuerza, sea introducido en la rutina del paciente (1). En una persona con una masa muscular debilitada a raíz de un cáncer o un tratamiento oncológico debe adaptar el ejercicio físico a sus capacidades y a su fuerza, entre 2 y 5 horas a la semana (2,4). Esto es lo que se llama el ejercicio terapéutico, el ejercicio orientado al tratamiento de lesiones o patologías, siendo el profesional de la fisioterapia el que programa y orienta al paciente en estos casos.

El programa comienza con ejercicios “de fuerza” de rehabilitación en el que hay un estímulo del músculo a un nivel muy básico, y a medida que pasa el tiempo y el paciente va recuperando fuerza, se pueden incrementar las repeticiones, series, y peso empleado; incluyendo también días de entrenamiento aeróbico para mejorar la capacidad cardio-respiratoria (6).

3) DESCANSO:

El sueño de calidad es fundamental para el reposo muscular. Debemos evitar la baja disponibilidad energética (Síndrome LEA), es decir, el no tener suficiente energía para el mantenimiento y reparación celular, sistema inmune y otras funciones fisiológicas una vez hemos descontado la energía gastada en el ejercicio físico. Esto puede ocurrir en pacientes que desean una recuperación inmediata y se marcan objetivos muy exigentes con respecto al ejercicio físico, no planifican adecuadamente su alimentación y no reposan lo necesario.

Un tratamiento integral
Existe cada vez más evidencia de que el estado de la masa muscular es un pilar clave para condicionar no sólo su supervivencia a la enfermedad y al tratamiento, sino también su calidad de vida tras el proceso. Por ello, el acompañamiento del paciente de un profesional sanitario que planifique su estrategia nutricional es fundamental, y a su vez, igual de importante o más, es que se trabaje de manera conjunta con los otros profesionales sanitarios que rodean al paciente para asegurar la optimización de la terapia de recuperación de la enfermedad (pauta nutricional, terapéutica, psicológica, fisioterapéutica…).

BIBLIOGRAFIA

1. Miján de la torre, A. (2016). El músculo, elemento clave para la supervivencia en el enfermo neoplásico. Nutrición Hospitalaria, 33(1), 11-16.
2. Chapela, S & Martinuzzi, A. (2018). PÉRDIDA DE MASA MUSCULAR EN EL PACIENTE CRÍTICAMENTE ENFERMO: ¿CAQUEXIA, SARCOPENIA Y/O ATROFIA? IMPACTO EN LA RESPUESTA TERAPÉUTICA Y LA SUPERVIVENCIA. RCAN, 28(2), 393-416
3. De cicco et al.. (2019). Nutrition and Breast Cancer: A Literature Review on Prevention, Treatment and Recurrence . Nutrients , 11(1514), 1 – 28.
4. Colleen doyle et al.. (2006). Nutrition and Physical Activity During and After Cancer Treatment: An American Cancer Society Guide for Informed Choices. CA Cancer J Clin, 56(6), 323–353 .
5. Mahan, L.K. (2013). Tratamiento nutricional médico en la prevención, el tratamiento y la supervivencia de neoplasias. In Elsevier, I.N.C (Ed), KRAUSE Dietoterapia (pp. 729-756). España: Elsevier España SLU.
6. https://www.cancer.org/es/cancer/supervivencia/bienestar-tras-el-tratamiento/actividad-fisica-y-el-paciente-de-cancer.html

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