¿Por qué llamamos cáncer al cáncer?

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Nos dice la SEOM (Sociedad Española de Oncología Médica) que en España durante el 2017 se diagnosticaron más de 228.000 nuevos casos de cáncer. No quiero haceros el cálculo estadístico, pero es infinitamente más alta la probabilidad de padecer cáncer que de que nos toque cualquier sorteo o lotería. ¿A quién no le ha tocado de cerca la desafortunada suerte de que alguien haya padecido o padezca esta enfermedad? No hace falta que me respondáis… sé perfectamente lo que vais a decir… Esta “plaga” a mí se me llevó, entre otros, a mi padre en menos de tres meses.

Además, como paciente crónico (que no como paciente empoderado… no me mola el término) tengo claro lo que se necesita (investigación, mejores infraestructuras, sanidad rápida y eficiente, remuneración y medios para los profesionales, asociaciones menos “de cara a la galería”, apoyo a pacientes y familiares, etc.), al final, para mí, se resume en el psii, esto es, pacientes-sanitarios- investigación-infraestructuras con sus respectivos círculos.

Pero, ¿lo que os dice un paciente vale de algo? (y perdonadme que os esté tuteando desde que he empezado). Después de mucho tiempo en la blogosfera sanitaria, tengo clarísimas dos cosas:

1) que la opinión del paciente no sirve de nada. Lo afirmo siempre en mis clases, conferencias y RRSS. Es más, como fanático de la evidencia, lo demuestro continuamente. Y me reafirmo en que la famosa frase de que el “paciente es el centro del sistema sanitario” es de boca hacia fuera; y

2) que incluso haberme metido como parte de la blogosfera sanitaria es un oxímoron en sí mismo, porque solo tenéis que buscar en Google y veréis que pocas webs y RRSS de pacientes son incluidas en listados de la sanidad 2.0. Lo que os decía, los pacientes somos el último mono.

Rompiendo estas premisas y permitiéndome aportar mi grano de arena, desde juntostusalud me pidieron que escribiera un post para el Día Mundial del Cáncer 2019.

Mi planteamiento inicial era escribir algo desde el punto de vista del paciente, pero hubiera acabado criticando a un sistema descentrado del enfermo y del profesional sanitario, politizado y alejado de los conceptos básicos de una sanidad eficiente, universal y empática. Un ejemplo sencillo que demuestra lo que comento, es que, sin ir más lejos, en este grupo de gente maravillosa que altruistamente ha participado en esta iniciativa, al principio y pese a haber pacientes, la terminología de los títulos y frases solo hacía referencia a los profesionales sanitarios hasta que alcé la mano para reclamar. Soy el primero que dice que lo mejor que tenemos en nuestro sistema sanitario son sus profesionales, pero sigo echando de menos una dosis de empatía y humildad mayor, porque como se suele decir (y os aseguro que no me equivoco) que la mayor parte de los pacientes no vamos a ser sanitarios, pero todos los sanitarios van a ser pacientes.

La otra alternativa era centrar mis divagaciones en el lado histórico de la enfermedad como me pidieron algunos de los miembros del grupo. Esta parte es menos controvertida, y al final, después de lanzar la moneda, salió cruz y me decidí por enfocar el post según la visión histórica de la enfermedad y fundamentarme para analizar la etiología de la palabra cáncer.

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy cercana… tan cercana como esta…

No está claro del todo claro cuáles son los primeros casos históricos de cáncer. No es descabellado pensar que el origen va asociado al origen de la vida (de cualquier especie, y en nuestro caso, del ser humano). Por base científica, el cáncer va paralelo al desarrollo celular. También está claro que en siglos (e incluso milenios pasados) no había medios ni para conocer la enfermedad, ni para documentarla como tal y menos aún para tratarla.

Hasta el siglo XVIII las teóricas enfermedades y/o patologías compatibles con la definición médica que tenemos actualmente del cáncer se englobaban como “enfermedades raras” (pero no el concepto actual de enfermedad poco frecuente). La literatura médica muestra numerosos antecedentes de supuestas lesiones cancerosas.

En la prehistoria hay bastantes evidencias de casos que puedan corresponderse con el concepto actual de cáncer. Evidentemente, la baja esperanza de vida de la época, con causas de mortalidad claras (violentas, infecciosas, etc.), unido a los pocos vestigios analizables, hacen que no tengamos muchos datos. Eso no quita que es casi seguro la presencia del cáncer en los Neandertales y en especies de animales de la época como los dinosaurios. En cualquier caso, no hace falta decir que las interpretaciones que se le daba eran basadas en la superstición y partiendo de valoraciones religiosas y de castigos divinos (parte muy presente en los mitos Sumerios y Acadios). Igual de taxativamente podemos afirmar la existencia del cáncer como la nula llegada de datos que nos permitan saber cómo llamaban a esta enfermedad nuestros antepasados “los Picapiedra”, ni siquiera hay pinturas rupestres, ni textos cuneiformes aclaratorios de esto.

Es con la llegada de la época faraónica con la que encontramos los primeros “textos” que nos hablan claramente de la enfermedad. En por lo menos dos de los papiros médicos de la época (Edwin Smith del 1600 a.C. de la Dinastía XVIII y Ebers del 1500 a.C y de la misma Dinastía) aparecen referencias al cáncer. El de George Ebers hace una extensa mención a tumores de mama (por cierto, algunos en varones) y de útero. También aparecen teóricos tratamientos (algunos quirúrgicos) para dichos males. No obstante, en ambos casos hay controversia de si son referencias a tumores o a ulceraciones (después entenderemos porqué). Las últimas interpretaciones nos dicen que hay textos referentes a ambas cosas.

No son pocos los casos fehacientes que avalan la existencia de casos de cáncer en esta época, por ejemplo:

– El esqueleto de una mujer egipcia que vivió durante la VI Dinastía (hacia el 2300 a.C.) fue hallado con la huella de la metástasis grabada en sus huesos. Aquella mujer de unos 34 años había sufrido, ya en esa época, un cáncer de mama que derivó en metástasis.

– Se han hallado evidencias de metástasis en los huesos de un hombre de entre 25 y 35 años en una tumba de 3.200 años de antigüedad en las proximidades del río Nilo en Sudán, que fue descubierta por la estudiante australiana Michaela Binder, de la Universidad de Durham.

– La Universidad de Granada, que lleva años excavando en la necrópolis de Qubbet el Hawa (Asuán, Egipto), dio a conocer los resultados de los TACs realizados a cuatro momias de esta necrópolis. En dos de ellas, fechadas en el 2000 y el 1800 a.C. respectivamente, se han identificado casos de cáncer de mama y mieloma múltiple.
– Se han encontrado, también varios tumores de colon en momias conservadas en el Museo del Cairo de Egipto.
-…

¿de dónde viene la palabra cáncer? ¿por qué llamamos así a esta enfermedad?

La palabra cáncer proviene del griego, en concreto, de la palabra karkinos, es decir, cangrejo. También hay teorías que dicen que es más antigua y puede tener relación con el término sanscrito (lengua indoeuropea que data del s. XV a.C.) karkah que también significa cangrejo y cuya raíz coincide con la de karkinos, esto es, kar-, que se utiliza para describir cosas duras (de ahí lo del cangrejo, por su caparazón).

Es algunos milenios después, en el siglo IV a.C., en los escritos teóricamente atribuidos a Hipócrates de Cos (460 a.C.-370 a.C.) cuando encontramos no solo las primeras descripciones sino también el origen etimológico de la palabra latina cancer (sin tilde). En el Corpus Hippocraticum, se menciona unas lesiones ulcerosas crónicas (“úlceras malignas”), en ocasiones duras, que evolucionan sin control expandiéndose por los tejidos y que en ocasiones parecen las patas de un cangrejo (fundamentalmente en lesiones de mama descritas por él), por ello (por ser duras y parecer cangrejos), Hipócrates las bautizó con la palabra griega καρκίνος (karkinos).


Busto de Hipócrates de época romana conservado en los Museos Capitolinos de Roma

Hay teorías menos extendidas que dicen que Hipócrates utilizaba el término karkinos por la semejanza entre el dolor de los pellizcos de estos animales y el que provocaban ciertos tumores.

Lo cierto, de todas maneras, es que no hay ninguna referencia escrita de la época helénica a lesiones internas referidas como karkinos, por eso la controversia de si la palabra solo refería a úlceras o a cáncer. La doble acepción de la palabra karkinos, usada para describir diferentes úlceras, pero también el cáncer, ha sesgado la literatura médica que, cada vez que ha encontrado la palabra cáncer o karkinos en textos médicos de la antigüedad, le atribuye el sentido moderno de cáncer y, por tanto, la condición de precursora en la descripción de diferentes lesiones cancerosas, cuando es muy probable que se refieran solo a úlceras de difícil tratamiento.

Como anécdota comentar que en la popularísima serie de ficción de HBO Juego de Tronos un personaje moribundo dice literalmente “Tengo cangrejos en el vientre… me pellizcan, me pellizcan. día y noche. Tienen tenazas crueles…”. ¿Cáncer?…

Siglos después, cuando el latín derivó al castellano se generaron dos vocablos distintos. Por una parte, usando un sufijo diminutivo, se formó la palabra cangrejo para denominar al crustáceo y, por otra parte, se consolidó el término cáncer como un término médico para un tipo determinado de lesiones.

Del griego también proviene la palabra carcinoma (καρκίνωμα, karkinoma), ya que el sufijo -oma (-ωμα) indica tumor. Carcinoma, de hecho, significa tumor duro o maligno.

También la raíz oγκος, que se lee oncos fue utilizada como denominación de la hinchazón o edema, lo que luego en latín se traduciría como tumor, uno de los signos de la inflamación. Celso (25 a.C.-50 d.C.) en su obra De re medica libri octo (“Sobre la medicina”) lo menciona claramente. La palabra oncología se forma a partir de este término hacia mediados del siglo XIX para definir el estudio de los tumores.

Es obvio que hay un trasfondo mitológico y astrológico en estos términos, ya que en esta época y durante siglos la medicina estaba directamente relacionada con los astros, planetas y constelaciones. Sin ir más lejos, uno de los signos zodiacales y una constelación reciben el nombre de cáncer. Dejaremos las leyendas de Zeus, Hidra, Hércules, etc. para contarla en otra ocasión…

Para finalizar y volviendo a lo comentado al principio, terminaré citando dos frases del propio Hipócrates:

El paciente debe combatir la enfermedad junto con el medico. La salud es la mayor de las bendiciones humanas
Salud y buenos deseos para tod@s…


Escrito por: Jose Vicente @cateterdoblej

Bibliografía:
• Adams, F.: The Genuine Works of Hippocrates. William Wood and Company. New York, 1891.
• Sebastian Yarza F.: Diccionario Griego español. Ed Ramon Sopena. Barcelona, 1984.
• Hipócrates: Tratados hipocráticos. Obra completa. Ed. Gredos. Madrid, 1989-2003.
• Anales de la Real Academia de Medicina. Real Academia de Medicina Madrid, 1880.
• Micozzi M.S.: Disease in antiquity. The case of cancer. Arch Pathol Lab Med. 1991.
• Ruiz A: Galeno: La Bilis Negra. Obras de Galeno. Vol XI. Tomo I Ed. Universidad de Buenos Aires, 1947.
• Botella López, M.C., Alemán, I. y Jiménez, S.A.: Los huesos humanos manipulación y alteraciones. Edicions Bellaterra
• Halperin E.C.: Paleo-oncology: the role of ancient remains in the study of cancer. Perspect Biol Med. 2004.
• Karel H.M. van Wely: El cáncer y los cromosomas. 2011
• Capasso LL.: Antiquity of cancer. Int J Cancer. 2005
• David A.R., Zimmerman M.R.: Cancer: an old disease, a new disease or something in between?. Nat Rev Cancer. 2010
• Lain P.: Historia de la Medicina. Ed. Masson. Barcelona, 1998.
• Hipocrates: Sobre las enfermedades de las mujeres. Tratados Hipocráticos Vol IV. Ed. Gredos. Madrid, 1988.

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