Quimioterapia intraperitoneal

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Cuando me propusieron escribir algo para el Día mundial contra el cáncer, mi cabeza comenzó a funcionar rápidamente y consideré los problemas que me encuentro en mi día a día. Trabajo en una planta de Oncología Médica, soy enfermera. La planta es un mundo muy desconocido, incluso para los propios profesionales que desarrollan su práctica diaria en el propio hospital. La mayor parte de los pacientes que recibimos tienen ingresos largos, establecemos vínculos con ellos y les acompañamos en su camino.

Doy las gracias a las compañeras que trabajan a mi lado y que me cuentan las enormes diferencias que en unos 25 años ha sufrido el modo de trabajar y por tanto la patología en sí misma.

Hace unos cuantos años, no existía una planta especifica para los pacientes oncológicos. Cuando arrancaron los tratamientos de quimioterapia que se administraban, éstos eran muy agresivos. Las compañeras nos recuerdan aún los efectos secundarios que sufrían los pacientes. Hoy en día, aunque son tratamientos muy duros, nada tiene que ver con lo que sucedía en aquella época.
Podemos sentirnos orgullosos del sistema sanitario que tenemos y de los profesionales que lo forman, si miramos atrás “cualquier tiempo pasado no fue mejor”.

El desarrollo en los tratamientos son visibles para estas compañeras que inauguraron la planta de Oncología. Tratamos de dar unos cuidados de calidad. A veces la sobrecarga de trabajo nos lo impide, pero todos los que trabajamos en una planta de Oncología sabemos que nuestros pacientes son especiales. Precisan de una dosis extra de humanidad, de empatía, de paciencia, de tiempo de calidad. A todo esto debemos sumarle la enorme necesidad de nuevos tratamientos. Investigación científica, cuidados basados en la evidencia, estudios, nuevas técnicas, mejores materiales.
En definitiva, todos los que trabajamos con enfermos oncológicos somos conscientes de que los pacientes que recibimos pasan por procesos muy largos, fatigosos y que en ocasiones demandan esos “nuevos tratamientos”, que a veces se publicitan en los medios de comunicación con muy poca fortuna.

En mi planta hay un tratamiento llamado “quimioterapia intraperitoneal”. No en todos los hospitales se usa y por esa razón, como profesional, me puedo sentir muy privilegiada de ser la espectadora de la puesta en marcha de un nuevo tratamiento frente a mis ojos. Dentro de unos años seré de esas que digan “cuando empezamos con la quimio intraperitoneal”

Es un tipo de tratamiento que se aplica a pacientes afectadas con cáncer de ovario. Se administra directamente en el el abdomen, a través de un catéter, previamente insertado durante la cirugía a la que se les somete para extirpar todo el tumor. El hecho de administrar directamente la quimioterapia en la zona abdominal aumenta la exposición al fármaco de las células tumores, lo cual permite unas mayores tasas de respuesta positiva a los tratamientos en este tipo de enfermedad.

El motivo de emplearlo en los tumores de ovario es que su patrón de diseminación es típicamente a través de la cavidad peritoneal. Esta característica hizo que se investigara un tipo de tratamiento que permitiera administrar el fármaco directamente en el abdomen.

Después de la cirugía de extirpación del ovario, cuando ya no queda tumor visible, se deja insertado un catéter que nos servirá para administrar la quimioterapia. La administración de los fármacos directamente en el abdomen ha demostrado unas mayores tasas de curación y superviviencia respecto a los tratamientos intravenosos.

Esta es la parte buena, pero han de saber que este tipo de tratamientos también implica mayores riesgos y efectos secundarios. Por ese motivo, las pacientes que van a ser sometidas a este tipo de quimioterapia deben ser elegidas escrupulosamente siguiendo criterios médicos muy estrictos.

Los riesgos suelen ir relacionados con el manejo del catéter intraperitoneal. En ocasiones las punciones son dificultosas, hay obstrucciones, se pueden llegar a girar. En la planta el proceso de canalización de estos catéteres es la que más problemas nos suele suponer en el día en que la paciente permanece ingresada.

El tratamiento supone un día de ingreso y combina quimioterapia intravenosa seguida de una dosis de quimioterapia intraperitoneal.

El esquema de tratamiento se repite cada 21 días más o menos durante 4/6 ciclos y es el siguiente:

Día 1 de cada ciclo: Se administrará en una planta de hospitalización para mayor comodidad y control de síntomas. Consistirá en una administración intravenosa de Paclitaxel (Taxol®) durante unas 3 horas, seguida de la administración intraperitoneal de Cisplatino disuelto en un suero tibio. No es preciso extraer nada de la cavidad abdominal, ya que este líquido pasa directamente a la circulación en poco tiempo. La paciente estará discretamente incorporada para mayor comodidad y se administrarán medicamentos para prevenir los efectos secundarios y favorecer la eliminación por el riñón. Una vez introducida la medicación dentro del abdomen, se le pedirá a la paciente que vaya realizando cambios posturales durante una hora para favorecer la distribución del tratamiento. Si no hay ningún problema, la paciente se irá de alta a continuación.

Día 8 de cada ciclo: Se administrará una dosis baja de Taxol por vía intraperitoneal. Dado que esta segunda parte del tratamiento es más breve y sencilla, podrá administrarse de forma ambulatoria.

Además de los efectos secundarios relacionados con el propio catéter, las pacientes suelen sufrir más efectos que con la quimioterapia intravenosa. Nauseas, vómitos y molestias abdominales. Hay que controlar la función renal, por ese motivo durante el tiempo de ingreso se vigila estrechamente la diuresis de la paciente por si fuera necesario administrar diuréticos.

Esto es lo que he decidido compartir con todos vosotros, un tratamiento novedoso y la reflexión de que poco a poco van surgiendo nuevos modos de tratar la enfermedad. Yo, como profesional de la salud, me siento muy orgullosa de formar parte de este engranaje que es el de los cuidados a los pacientes oncológicos porque se lo merecen todo y más. Deberían ser el “ojito derecho” de nuestro sistema sanitario, ya que su enfermedad es larga y en ocasiones a “contrarreloj”, saben que la vida les va en cada tratamiento y son generosos con nosotros y agradecidos al extremo.

Por eso y por muchas más cosas se merecen nuestro trabajo e iniciativas como esta que nos permitan conectarnos y compartir experiencias y conocimiento con el fin de mejorar juntos por su salud.

Un Post de : Carolina Samalea.

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